martes, 17 de abril de 2007

Soy lo que soy




Lo que me pregunto es, para empezar, por qué no hay un solo 'error' en el catálogo.

La suma de todas sus preferencias, opciones, gustos y militancias dan un número redondo. Ni una sola incoherencia, nada inexplicable. Todo previsible. Como si fuera parte de un credo, como si fuera un dogma y una liturgia. Lo que hay que creer, decir, hacer. La retahila parece una confesión de catecismo, pero al revés. ¿Lo hace porque quiere? ¿Es lo que prefiere? ¿Lo hace, lo dice, lo piensa por su sola y autónoma voluntad o solamente con su voluntad que asiente como quien asiente a los postulados, dogmas y liturgias de una iglesia?

¿De qué se queja, entonces? ¿Se queja o se ríe? ¿O se dio cuenta?

¿Cualquiera podría hacer su propia lista -'incorrecta', se entiende, de lo primero a lo último- y exhibirla en la portada del diario?

No, dirán. No al menos en 'este' diario. Para eso están 'los otros', los diarios que se glorían de sus opciones políticamente incorrectas, como éste pone en la fachada de su portada su escudo de armas. Y las publican en tapa.

Pues, digo yo, allá ellos.

En todo caso, igual interesa saber de qué son esclavos los que blasonan de libres.

Porque 'los otros' parecería que blasonan de que su esclavitud es verdadera libertad.

Mientras que ahora pregunto por aquellos que pontifican sobre su libertad libre de toda esclavitud, incluso de las esclavitudes que podrían ser el signo de una libertad.

Tal vez, solamente bastaría con admitir que practican una religión. Tal vez no puedan, claro.

Y no es tampoco que 'los otros' puedan decir con verdad que lo que practican es exactamente la religión que suponen. Pero al menos se los puede acusar de fariseos si se apropian de la religión que dicen practicar y la tergiversan, aun con las mejores intenciones. Y no es poca cosa vigilar (vigilarse...) esa apropiación y tergiversación, que tantas veces dice Castellani, por ejemplo, fue la batalla que Jesús se reservó para sí, de entre todas las que libró.

Pero.

En la medida en que haya quienes enumeren su credo para hacer saber que no son 'los otros' -o una caricatura de una caricatura de 'los otros', también...-, en la medida en que se blasone de no tener una religión y un credo, enumerando todas sus creencias y liturgias, creo que corresponde llamar libremente a las cosas por su nombre. Incluso para agregar una libertad más a la retahila de libertades.

Lo que es religioso, es religioso.