miércoles, 4 de enero de 2023

De si toda obra es biográfica (II)




¿Qué hay que entender por obra biográfica? O, dicho de otro modo, ¿cuánta vida de un artífice hay en una obra? O también, ¿inevitablemente un autor "copia" o destila su vida, en todo o en parte, en su obra?

O, más ajustadamente al asunto, ¿en qué sentido y en qué proporción la obra está hecha de tal manera de la vida de su artífice que, sin conocer la vida, se pierde, en todo o en parte importante, el entendimiento de la obra?

Parece que, sin conocer la vida de un autor, el entendimiento de su obra estará herido más o menos gravemente de incomprensión. Parece que, conociendo su vida, el lector (me ciño a la literatura) entiende mejor la obra con esos datos y esas referencias externas (¿ajenas?) a la obra.

Hasta donde sé, sólo la deliberada intención del autor puede hacer, en sentido estricto, que una obra sea, en su caso, autobiográfica. No importa el género o la especie que haya elegido como molde, qué modo se adecua mejor al pathos y a la finalidad de lo que dirá. Aun eso es parte del mismo impulso compositivo, está en la génesis misma del dictum, allí donde la obra nace, en un sitio del espíritu que gobierna la concepción artística y su plasmación, bastante lejos todavía de las "decisiones" artísticas racionales que toma un artífice al componer.

He visto que habitualmente se hace un confuso amasijo conceptual al referirse a lo biográfico o autobiográfico en una obra.

Toda obra (insisto: toda obra), procede de una síntesis que se da en el espíritu del artífice. La imaginación (con su fama de inspiradora u ocurrente) también "trabaja" para el espíritu en ese caso. Ella por sí misma no concibe la obra. Aporta lo que estrictamente puede aportar. También allí imaginación es un término que se embarra con imprecisiones. La imaginación es en puridad un sentido interno y ella como los restantes ocho (otros tres internos y los cinco sentidos externos) son siervos del espíritu que los impulsa y gobierna, además de sintetizar la información contenida en lo sensible, sensible que es lo que a los sentidos les es pertinente.

Por otra parte, ¿qué hay en una obra humana –artística o no– que no sea humano? Y sé que con esto tenso la cuestión. Pero solamente para poner de manifiesto que el hombre es el gran mediador de sus obras, siempre. Si, asumiendo esto, quiere llevarse el sentido de lo biográfico en una obra hasta el extremo de que siempre es biográfica porque el hombre no puede sino dejar su huella en lo que concibe y obra, se está cometiendo un abuso. Y un abuso dañino, en particular con la obra misma. Y esto procede del mal entendimiento del término biográfico. Porque no toda expresión de la experiencia vital de un hombre es biografía o autobiografía. Y hasta diría que, en lo que a la obra literaria respecta, son las menos las veces en que hay un impulso biográfico actuando específicamente.

Si lo que se quiere decir es que conociendo su vida se entiende mejor su obra, esto ya no significa derechamente que la obra de un artífice sea biográfica. Pero hay algo mucho más importante: tampoco es verdad que los hechos de la vida de un autor iluminen formalmente el sentido de una obra. Si acaso, en algo, aportan información material. Pero, en principio, habitualmente no aportan la información formal, que es la que de veras importa porque es la que constituye lo obrado.

Lo repito: hasta donde sé, sólo la deliberada intención del autor puede hacer, en sentido estricto, que una obra sea, en su caso, autobiográfica. Fuera de eso, la presencia en una obra de elementos tomados de sus experiencias vitales es, me atrevo a decirlo, lo opuesto a lo autobiográfico. 

Y, para fundar esta última proposición, un servidor deberá apelar a lo que conoce por sí y no por otros.