miércoles, 4 de enero de 2023

Ahora


El mar no me gustaba. Nunca tuvo
la fuerza de la cumbre, ni las tardes
de trigos, alazanes, manzanillas;
la soledad del monte, el son del río.
El mar –artificial– era una idea;
una excusa de mar, un subterfugio
de vidas que las olas han disuelto:
el abrazo del mar es el naufragio.
Miro, en la costa, el sol de tu figura:  
veo un vestido que se espuma, blanco,
y tu paso de arena. Huelo el viento.
Oigo tu voz, pero no sé qué dice:
es algo de mi amor o de tu mar,
que ahora para mí es la misma cosa.