El mar no me gustaba. Nunca tuvola fuerza de la cumbre, ni las tardesde trigos, alazanes, manzanillas;la soledad del monte, el son del río.El mar –artificial– era una idea;una excusa de mar, un subterfugiode vidas que las olas han disuelto:el abrazo del mar es el naufragio.Miro, en la costa, el sol de tu figura:veo un vestido que se espuma, blanco,y tu paso de arena. Huelo el viento.Oigo tu voz, pero no sé qué dice:es algo de mi amor o de tu mar,que ahora para mí es la misma cosa.