Llevé mi botella de whisky hasta el borde del mundo.
Y cubrí mi cabeza, resguardé mis ojos
y abrigué el cuerpo, que el viento hería.Lejos, abajo, levantabas las manos hacia lo alto.
Acantilado, sonreía viéndote abrazar el aire.
A mis espaldas,
los gritos de las aves precavidas
protegían sus nidos.Estuve en alerta sobre las piedras y las matas.
Quería saltar hasta tus pies
y volverte acantilada a ti también,
junto a mí.Y que brindáramos juntos,
y que cantáramos a dos voces,
hasta que el viento y el mar nos acallaran.