domingo, 27 de noviembre de 2011

Lo que será de lo que es (suite)

No habrá dos sin tres.

Porque dicen que no hay dos sin tres.

Vaya a saber.

Usted, cumpa, por lo pronto, hágase el que no oyó ni vio nada, acaso un murmullo o una sombra...

El caso es que esta breve aparición es el aviso al pasar de que una tercera parte de lo que es, será.

O ya es.

(Y, ya que estamos jugando a las escondidas con el tiempo, una tercera parte de lo que fue, debería decir en realidad...)

Lo cierto es que hubo en sus días en estas páginas muchos asuntos que no fueron a dar a ninguno de los destinos que se les destinaron a otras cosas que aquí hubieron y que ahora sí descansan en otros cielos y en otras tierras.

Eran aquellas, cosas de este mundo, cosas de los trabajos y los días de este mundo. De todos y cualesquiera de los trabajos y los días.

Y, a decir verdad, también son cosas de vivir. Con ellas vive y piensa cualquier quidam. Y tanto, a veces, que esas cosas no lo dejan vivir de lo que vive realmente un hombre ni lo dejan pensar en las cosas de vivir y pensar de un hombre.

Pero que están, están. Y que son, son. A su modo, claro.

Ahora bien.

Como cualquiera, un servidor tiene su parecer respecto de tales cosas tan variadas.

Y no es que su parecer valga algo que no pueda perderse.

Son cosas mías, se entiende.

Pero, pudiendo decirlas, va uno y las dice, creyéndose de veras que con eso algún bien habrá. Al menos para quien las dice, que de eso vive, si usted me entiende, y con eso también vive.

Y, no: no es de dineros ni de pan de lo que se trata. Claro.

Por eso.

No hay dos sin tres.

Y ya había dos.

Así que ahora habrá tres.

Pero no se inquiete: es cosa mía.