miércoles, 30 de septiembre de 2020

Canción octava


Si suena la guitarra,
su cuerda dolorida,
canta sin son el son la tarde quieta.
Con su acorde desgarra,
pena que no se olvida,
unas palabras mudas del poeta. 
La soledad secreta
en el verso callado,
abre un surco y florece:
en su silencio el aire desvanece
silencios del silencio que ha cantado.
Y así pasa una sombra,
la herida de un dolor que no se nombra.