jueves, 17 de septiembre de 2020

Soneto /XIX


Estaba el campo azul, todo de lino.
Estaba el monte y los aromos de oro.
Estaba el zaino, el ruano, el flete, el moro.
Estaba el aire con su aroma a pino.
Estaba el trino de un zorzal sonoro.
Estaba el viento que adornaba el trino.
Estaba el cielo, el trigo y el camino.
Estaba el hondo lamentar del toro.
Pero estaba también en el paisaje 
el corazón vagando entre las cosas
que la tarde amansaba con dulzura.
Y vio que el puerto del peregrinaje
eran cuatro palabras amorosas
y el abrazo, el ocaso y la llanura.