martes, 28 de febrero de 2023

Tres adioses (I)


Miro entrelíneas.

Apenas entiendo una voz lejanísima.
Sueño que queda algo a mis espaldas.

Llegué a saber llanuras onduladas,
en las que florecía un nombre marchito;
conocía el rumor de la laguna inmensa:
el animal líquido
con su silencio de agua y de biguases rasantes,
de garzas quietas
y festivas gaviotas de la siembra.

Conocí la soledad estéril de un reparo 
en un monte azul de aromos nuevos,
al oeste del cielo del sol apagándose como el pasado.

Y entonces vi el camino arenoso de promesas
bajo mis pies felices. 
Y entonces ensayé la despedida, 
como un ritual sin fe.

Pero tendí mi mano y el aire la detuvo.
Tendí mi voz y el aire la detuvo.

Ahora, los ojos ríen limpios.

Para el viaje, 
para la noche que vendrá en su gozosa luna llena,
ese heraldo plateado de la luz
que hace habitación en mis entrañas, 
es preciso algo más que memorias.