Vine por la inmensidad,
de ti a ti bogando.
Vine como una lanza ciega,
una proa sellada con misterios,
como brizna azotada en el viento de tu mar;
vine brillando al sol sobre las olas.
Viví la espuma, fui de sal y sol:
más fuerte que el mar
y el tiempo.
Soñé con la quietud,
soñé tu mano librando mi soledad
de la noche y el día;
soñé y soñé y soñé:
soñé contigo conmigo en esta prisión,
transparente y muda,
que lleva amor en letras
y en suspiros.
Y aquí estoy.
Te entregué dos palabras.
Y ahora ya no soy botella al mar.
Soy yo.