sábado, 22 de agosto de 2020

Soneto


Hay dos maneras de medir el tiempo.
Arena, sol, el agua o las agujas,
son el modo habitual, la forma rústica,
la medida pueril, crónica y útil.
Los hombres con ingenio, necesario,
saben hacer las máquinas que rigen,
año tras año, la existencia y todo
y así en milenios, siglos o minutos.
Ellos miran estrellas o los átomos,
tienen reglas y números, calculan,
y son precisos en instantes mínimos. 
Hasta un niño conoce esa medida.
Pero hay dos modos de medir el tiempo.
Y el otro modo es padecer la ausencia.