La noche del zorzal en tu ventana
y era tu voz conmigo.
La luna soberana
hizo de plata el cielo de tu abrigo.
Hubo el zorzal testigo
y en tu nombre silbaba la mañana.
Como un mendigo fui, feliz mendigo,
hasta tu luz serrana.
Tibia tu mano en su delicia arcana,
desde entonces guardiana
del corazón que se quedó contigo.