Un árbol aterido.
El silencio en silencio lo ha nevado.
El fuego ha revivido
en llamas, en la noche enamorada,
que ha quedado a mi lado
velando el sueño al corazón dormido,
junto a mí recostada.
Bosque de ñires, cerro amanecido.
Humeante de alborada.
Sendero desusado.
Despierto con la voz que me ha cantado.
Y vuelvo a ser aquel que siempre he sido.