domingo, 30 de agosto de 2020

En desorden mundano

 

Expondremos el canto de clásicas medidas. 
Conocemos los ritmos de las aguas cantoras; 
veloz es la materia de los sueños presentes. 
Contenemos las leguas, los tambores, 
los diversos sonidos de la tarde,
la posición del alba 
las variables distancias 
los vientos moderados.

Se corren las estrellas, 
retroceden los cielos en señales de guerra.
Aflojaron las tierras 
y soltaron las cabras 
confusión de las castas en desorden mundano.


Está en Romance del vértigo perfecto.

El 20 de enero de 1960, Jacobo Fijman dedicó este poema a Eduardo Bullrich, que imagino que es quien había sido codirector de las revistas Martín Fierro y Proa y Sur más tarde. Era abogado, escritor,  bibliófilo destacado, entendido en artes plásticas y otras cosas del género. Un hombre de humanidades, diría.

La razón de la dedicatoria no la conozco, aunque, puestos a conjeturas, hay algunas pistas sugestivas en el poema.