viernes, 9 de febrero de 2024

El aborto de las leyes



Antes de pasar adelante, ¿de veras el gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel quiere todo lo que dicen y han dicho querer? Podría decirse de un modo un poco más ácido: ¿existe verdaderamente un solo gobierno? Y, claro, en la primera pregunta la palabra significativa es todo. En la segunda, un.

La ley alberdiana que empujaba Milei no mereció mayores comentarios por parte de Villarruel. Su aborto, tampoco. Del DNU –que subrepticiamente atesora la doctrina dura–, un adelanto discrecional que hacía pendant con la ley alberdiana (si no era una cosa era la otra y el premio mayor era ambas triunfantes..., que no fue), tampoco Villarruel dijo cosa demasiado notable, salvo una especie de chicana para instar a la formación en la cámara baja de la parte diputada de la comisión bilateral (la de senadores ya estaba integrada) para tratar y seguir la suerte de ese DNU.

Dejemos de lado los estilos, sobre todo los que florecen tanto en la ebriedad de las victorias como en la furia de las derrotas. Y no que no tengan un patrón, pero ese mismo patrón fluctúa, como un ebrio fluctúa cuando camina o habla, precisamente.

Pero, como sea, admitamos que toda la gestión, desde el 10 de diciembre, está envuelta en una niebla que confunde y atrofia el juicio, hasta el juicio de los más benevolentes. Y aun el juicio y las acciones de los propios. Llamen a eso un estilo, si quieren. Lo más penoso no es cómo salen al rescate de los disparates los propios, los dueños o hijos del libertarianismo liberal. Lo más penoso es ver a los inquilinos por una o dos noches, los que quién sabe por qué fueron a parar a ese hostel. Y no estoy hablando de peronistas capitalistas, ni de liberales del PRO, ni de las huestes de Carrió, ni de algunos radicales PRO, ni de otras minorías representadas y aliadas, por ahora y en esto y aquello.

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Ahora bien, cuando el cadáver de la no nacida ley alberdiana salía del recinto para ir al panteón de las comisiones, presumiblemente para ser sepultada allí, al mismo tiempo y por la misma puerta entraba un proyecto para derogar la ley del aborto libre, presentado por una diputada santafesina bisoña, aliada de los alberdianos, de modo curiosamente confuso y algo irregular, si es verdad que las firmas de algunos o todos los que decía que lo acompañaban, no eran verdaderas, dejando al margen las opiniones personales sobre el asunto de los que firman o no firman, que ya no sé si sí o si no.... Si digo que hasta el texto está descuidado gramaticalmente, me llamarán purista y tilingo. Pero lo cierto es que un asunto que parece ser taaaan importante para el gobierno merece el tratamiento de un aparato lujoso de relojería, en la precisión y la contundencia, por la materia que trata. Y en la redacción lo mismo, claro. No es un signo auspicioso que no esté bien escrito, y hasta en los puntos y las comas.

¿Es razonable, astuto, prudente, proponer semejante asunto al debate con la presunción nada exagerada de que va a recibirse una paliza legislativa en berve en la ley que esta en tratamiento? Una vez que la oposición a los alberdianos acaba de mostrar que la furia del león queda oscurecida e insonora con unos cuantos votos, ¿no es estúpido haber tirado a la parrilla nada menos que el aborto? Y más preguntas: ¿es un globo de ensayo echar al ruedo la cosa de ese modo? Conspiremos un poco más: ¿alguien le dijo que largara el asunto a rodar para ver qué pasaba, para apretar a Milei o no sé para qué? ¿Servirá como un 2 x 1, como dicen por allí? Para poder decir que la casta lo impide todo desde la libertad y el bienestar de los argentinos (de bien) hasta el cuidado de la vida de los argentinos. ¿Será una muestra de buena voluntad, pensada para servirla en la visita a Roma en bandeja de plata, aunque no se piense en hacer ningún esfuerzo por sacarla?

La ley 27.610 que hoy por hoy libera de toda culpa a aborteros y abortadores, presentada a consideración en su segundo round por iniciativa del presidente Alberto Fernández, nació en el senado a las 4:12 de la madrugada de un 30 de diciembre de 2020. Un tiempo antes, el 11 de diciembre, la había aprobado la cámara baja.

En febrero de 2018, Mauricio Macri había hecho sus fintas en un primer round para sacar una ley similar, un año antes de que terminara su mandato. En junio la aprobaron los diputados y en agosto de ese año la rechazaron los senadores. Y se enterró hasta dos años después.

Pero, ¿por qué no pudo hacerse eso mismo durante el mandato de Néstor Kirchner y después durante los mandatos de Cristina Fernández? Las mismas y bullangueras huestes verdes y feministas aliadas del peronismo, ¿no pudieron hacer nada durante 12 años de gobiernos peronistas, que empujaban los encuentros de mujeres por todo el país para promover esa ley y que inventaban derechos para diversidades a troche y moche? ¿Quién no dejaba que semejante bocado ideológico (y criminal) se presentara en la mesa del festín de esos años? Qué sé yo.

Y ahora, el proyecto de derogación, que tiene puntos raros, como ciertas licencias abortivas que permanecen, cuando en realidad se dice que se busca reformar hasta el propio código penal al respecto. Más el asunto de las penas propuestas para penar lo que de hecho se estima allí mismo como un homicidio, aunque al final no se propone penarlo como tal.

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Me pregunto si en realidad vale la pena un análsis delicado y dedicado de toda esta cuestión –peludo de regalo por estas horas–, en medio de estos que ya van siendo continuos dislates gubernativos de la dupla Milei-Villarruel.

Él, a esta altura, creo que mira la motosierra como una antigüedad o un juguete de plástico para niños. Sus últimas expresiones y acciones parecen anunciar que irá mutando a herramientas más agresivas. ¿Veremos cárceles psiquiátricas para los desquiciados que no entienden los beneficios de las ideas libertarias? ¿Campos de reeducación para que los zombies esclavizados puedan al fin entender y abrazar la libertad libertaria? ¿Llegará a afilar alguna guillotina de sus antepasados jacobinos para castigar a díscolos, enemigos o traidores?

Ella, por lo que se oye y se ve, ni abre la boca y mira para otro lado. ¿Por qué? ¿Esperará que su cónyuge político enfurezca como un déspota, con las consecuencias que históricamente le caen a quienes se van de mambo en su ejercicio del poder?

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Si llegó hasta acá, paciente lector, habrá notado hace unas cuantas líneas que no se ha dicho nada de los enemigos del binomio Milei-Villarruel, de la multiforme "casta" que oprime al país, al decir del binomio gobernante. Y tendrá razón: hasta aquí su servidor no habló de eso. Y no hablará ahora por dos razones: 1. no es que no haya hablado. pues ha hablado y mucho en los últimos tiempos de los enemigos de la Argentina; y 2. ya hablará otra vez, pero no ahora, porque esta entrada se vino larga.

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Finalmente, y por las dudas haya aficionados al poroteo o haya quien crea que hay que tomarse en serio esta manipulación de asuntos más importantes que la licuación de pasivos remunerados y los demás negoci-ad-os financieros que bullen a medio cocer, dejo este pequeño servicio documental. Y lo recuerdo porque de esas harinas vendrá el pan que vaya a haber.

Están allí abajo los resultados de las votaciones de la aprobación de la ley abortera en 2020. Más la integración por bloques de ambas cámaras en ese entonces.

También la actual conformación de ambas cámaras, a las que eventualmente se les pediría (hoy, el año que viene o nunca...) que deroguen la ley abortera.

Una sola aclaración. Entre lo de Macri en 2018 y lo de Fernández en 2020, hubo cambios de posición en algunos legisladores. Todos esos cambios, absolutamente todos, pasaron del rechazo a la aprobación de la ley. Ningún cambio fue a la inversa. 






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 (Ver Actual conformación de la Cámara de Diputados.)

 (Ver Actual conformación de la Cámara de Senadores.)