sábado, 17 de febrero de 2024

Bombardeos




Nada nuevo. Pero siempre malo.

Por ejemplo, una lista sucinta, muy incompleta.

El genocidio armenio por los turcos en 1915. Las masacres de los japoneses en Nanking y Shangai en 1937. Los bombardeos alemanes sobre Londres en 1941. El bombardeo aliado sobre Dresden en 1945. La destrucción atómica de los EE. UU. en Hiroshima y Nagasaki en 1945. La operación Rolling Thunder de los EE. UU. sobre poblaciones de Vietnam entre 1965 y 1968. Los bombardeos de la URSS en Afganistán desde 1979. Los bombardeos en Ucrania. Los cientos de víctimas civiles israelíes por Hamas en 2023. Las miles de víctimas civiles palestinas por los bombardeos de Israel en Gaza, en 2023 y 2024. Y contando...

Ahí la tienen: la práctica milenaria de atacar ciudades indefensas, y dejar el tendal de muertos, mutilaciones, violaciones, fusilamientos, prisiones, deportaciones. 

Civiles siempre, indefensos: hombres, viejos, mujeres, niños. 

No vale la pena contar, no vale la pena sumar números por millones.

Porque esos bombardeos no cuentan víctimas. Miden cuánto alcanzan a doblegar la moral y la voluntad del oponente, de la dirigencia que dirige los países y las guerras. O al que se opone.

Al adversario. Al enemigo.

(¿quién es realmente el enemigo de Milei?)

*   *   *

Vengamos a las pampas.

Aquí también hay adversarios, oponentes. Enemigos.

Y aquí también se bombardea a la población civil para doblegar la moral y la voluntad del enemigo (pero, ¿quién es realmente el enemigo de Milei?).

Que yo recuerde, la mayoría de los gobiernos de un modo u otro ha bombardeado a la población civil en la Argentina, cuando quiso, cuando le convino. 

Los miopes o los tuertos ideológicos, los partisanos y militantes obtusos, creerán que solamente se bombardea con bombas.

Y es el caso que en la Argentina he visto y veo vengarse –sobre las cabezas y los corazones de la población civil– las reyertas que hay entre los mariscales del poder, de los modos más sutiles, más burdos, más arteros, de maneras astutas, perversas, brutales. Tanto da.

Repito, por las dudas que crean que el único que hace esto es Javier Milei (que, por ahora, es nada más que el último de la lista, por un tiempo): casi no hubo presidente varón o mujer que no haya sometido a sus enemigos, a los díscolos, a los rebeldes, a los enemigos. A fuerza de carpetazos, a fuerza de negar lo debido, a fuerza de distribuciones discrecionales de beneficios para los amigos... y para los enemigos, ni justicia; armándoles conflictos en sus propias filas, lanzando los perros dogos judiciales contra ellos, comprando traidores, o promoviendo puebladas, saqueos, marchas, piquetes. O cercar al enemigo repartiendo entre sus enemigos negocios, cargos, prebendas. O temor. O terror.

Y, sobre todo y a la vez, siempre, bombardeando a la población civil, al hombre común. De mil maneras. Algunas dulces y"generosas", como repartir chapas, zapatillas, casas, heladeras y hasta comida (porque, digan si no: en muchos casos, esas cosas también son municiones... o cadenas para esclavos, otro modo de muerte civil).

Agreguen a la lista sucinta que puse más arriba las muertes que quieran, seguro que habrá quien prefiera una u otra, habrá quienes prefieran unas muertes y otras no les digan nada. O creerán que son para bien de la "gente de bien". O creerán que son para los gorilas, que se lo merecen. Lástima, porque todas son injustas. Aquí y en el entero mundo cuando golpean al inocente.

Pero ni vale la pena que se molesten en argumentar o vociferen slogans: los que di son solamente ejemplos.

Lo que sí podrían hacer es mirar una vez y otra vez a la Argentina. Mirar bien. Contar sus llagas. Y no tanto las bombas. Porque las llagas son más durables. Cuenten el envilecimiento, la abyección, la pobreza, la desesperación, la apatía, la ignorancia, la tergiversación de la historia, la destrucción de la verdad, la manipulación de lo moral, la esclavitud del dinero, del empleo, del alimento, de la salud, el adoctrinamiento. Todo eso cae sobre la población civil, como bombas en un bombardeo. Y siempre es por el bien de los argentinos, claro. Y cada bombardeo es por el bien de los argentinos, claro. Y hace tanto que es así.

*   *   *

Machaca Javier Milei que lucha contra la casta de políticos corruptos, ladrones, estafadores, coimeros,  que empobrecieron a los argentinos (es verdad: de Néstor y Cristina viene hablando poco y nada...). Y no es falso que todos esos enemigos existen en la patria.

Pero ya ven: cuando a esos mismos los llama a formar parte de su gobierno, o cuando hace negocios con ellos, los pinta con cal para que se vean blancos e impolutos. Cuando negocia con ellos en el Congreso, también negocia con eso que llama la casta y, sin que se le muevan el jopo y las patillas, se alía a la casta. Cuando dice que lo traicionan, corto mano, corto fierro, que te vayas al infierno. Pero nada más que hasta la próxima pirueta, hasta la próxima estafa. De ambas partes.

Y si no le salió la jugada, el tipo pega cuatro gritos, furiosos de narcisismo, desenfunda los tuits y hace que tira a matar contra la casta

Hasta la próxima pirueta, hasta la próxima estafa.

Y después va y bombardea a la población civil. Y les dice que es por su bien.


Nada nuevo.