viernes, 23 de marzo de 2007

Pez (II)

Está claro que está oscuro (a mí me gusta escribir obscuro...)

Me pasé de listo.

Lo que creía trasparente (me gusta transparente...), no lo es tanto. Parece.

La respuesta que imaginé para la pregunta de ayer sobre los ayes et al. era sencilla (para mí): el cristianismo.

Sin el cristianismo la merluza no sube, se los garanto.

Pero, sin el cristianismo tampoco podría Bonafini decir lo que dice, incluso cuando no pontifica sobre el pontífice y escruta las apostólicas exhortaciones y los rayos de hielo de la Inquisición vaticana. Aunque pasaran milenios, sin el cristianismo no podría imaginarse el hombre algo así como los derechos humanos. De hecho, no lo hizo.

Ni qué decir de Judas. Sólo puede producir algún ruido o escándalo por la existencia (de Cristo, pero aún más) del cristianismo. Sin eso, la suya sería la historia de Shlomo ben Elizer... ¿Lo conocen? ¿No? Por eso.

Y de los parpadeos intelectuales de nuestro señor francés, ¿qué diré? Lo dejó claro él mismo. Pero si fuera necesario abundar diría otro tanto: sin el cristianismo habría que inventarle a la derecha y a la izquierda algo que defender y algo que atacar, tirando de la manta para que no quedara sin cubrir el amor y la justicia, o tirando de la manta para que no quedara sin cubrir el orden o la propiedad. Y, además, inventar incluso algo parecido a la derecha y la izquierda, cosa nada fácil.

Y, después, por el mismo precio tenemos al Onorevole Sircana: la frutilla de la torta. O la fresa del pastel. Ya que es tano, recordemos que la Roma de la República, antes la monárquica y ni que hablar de la del Imperio, tenía otras formas de tratar a los del faux pas. Por menos, y nadie sabe de qué habladurías se enteró el poeta que tanto enojaron al emperador, Ovidio se fue a pudrir al Mar Muerto, digamos, y nadie podía hablarle o darle de comer. Lo voy a leer ingenua y benévolamente. Sircana apela sin saberlo al perdón cristiano, y católico, mejor decir. Mientras que el intervistador hace lo mismo al revés: quiere la causa eficiente ejemplar del maestro, ni que hubiera aplicado el De Magistro agustiniano.

Conclusión (para mí): sin el cristianismo los diarios serían la mar de aburridos, hoy por hoy.

Y hablando de la mar, la merluza no baja.