Este fin de semana, leí de nuevo el Libro de los Paisajes que publicó hace 90 años, en 1917.
Hay allí un capítulo que tituló Alas y son versos a pájaros. Tres me valieron más que los demás.
La cachila
Un gemidito titila
por el aire, donde, en vilo,
como colgada de un hilo
va subiendo la cachila.
Allá cerca ha hecho su nido,
de la huella que en el barro
deja la mula del carro
al pasar cuando ha llovido.
Y así el pajarillo blando,
entre el riesgo y el estruendo,
vive volando y gimiendo,
muere gimiendo y volando.
La garza
En su abstracto candor, el tiempo vano
inmoviliza eterno, hondo, distante,
la soledad oscura del pantano
y una línea de tiza interrogante...
La tórtola montaraz
Bajo el denso tallar cuyo reposo
promete al alma soledad eterna,
se compunge su arrullo misterioso
en musical retumbo de cisterna.
Con un lento llorar de hoja marchita
mulle el bosque otoñal pálida alfombra.
Y en la queja recóndita palpita
el corazón profundo de la sombra.