Salió un pobre una mañana,
a casa un rico llegó.
Con la voz enternecida
por amor de Dios pidió:
– Rico, dame una limosnade lo mucho que tenéis,un trapo para ponerme,que vengo como me veis.
El rico le dijo al pobre:
– Muchos mozos como voshan salido a mendigar.
¿Por qué no tomas oficioy te vas a trabajar?
El pobre le dijo al rico:
–Carpintero fue mi padrey ese oficio yo he tenido;hoy por mis grandes desdichasa tu puerta yo he venido.
El rico le dijo al pobre:– No hay duda que vos serásde ladrones capitán,y te vienes a mis puertastan sólo para robar.
El pobre le dijo al rico:– No es ése mi proceder,capitán soy de la gloriay es muy grande mi poder.
Y mostró por cinco llagasla sangre que derramóel que por salvar al hombreen una cruz expiró.El rico le dijo al pobre:– ¡Perdóname, gran Señor!Y el pobre le dice al rico:
– ¡Tarde has conocido a Dios!Aquí se acaba este versode este rico ponderado,que por no dar su limosnaen vida fue condenado.
En 1967, Ediciones Culturales Argentinas (ECA), la editorial de la entonces Subsecretaría de Cultura, publicó La poesía religiosa argentina, obra de Roque Raúl Aragón. Mencioné varias veces, en esta bitácora, el tomito de 142 páginas en el que, con precisión, Aragón desarrolla un ensayo en unas 70 páginas y destina las restantes 70 a una antología.
La selección de poemas arranca con versos anónimos del Cancionero popular y éste que copio aquí es el segundo de ellos.
El estudio preliminar es valioso (sobre todo, porque no habla sólo de versos) aunque, lamentablemente, poco difundido. No es tiempo ahora, pero, en breve, me propongo hacer una edición digital que remedie la falta que hace oír lo que Aragón tiene para decir sobre la Argentina, a propósito de la poesía religiosa.