miércoles, 31 de enero de 2024

La maldición del sillón de Balcarce 50



No sé del todo si será una maldición. Pero es verdad que cada tanto la Argentina parece que se siente como obligada a parir un Rivadavia.

Parece cosa 'e Mandinga y van a decirme que eso solo ya es ser conspiranoico. Y no es. Mandinga existe, de todos modos. No sé si se ocupa tanto de la Argentina. Aunque a veces me da la impresión de que hemos arrojado al mundo suficiente cantidad de novedades y extravagancias, de crueles maldades y malévolos tergiversadores planetarios, que se hace difícil ser escéptico y hay que creer que al Coludo la Argentina le interesa bastante. 

Dicen que Darío III Codomano, último faraón de la XXXI dinastía a quien Alejandro Magno derrotó, le dijo al macedonio: "Ustedes, los griegos, son como niños...". Será así o no, pero la frase se nos aplica en cierto modo, y mucho más a los argentinos que a los griegos del siglo IV antes de Cristo.

Por ejemplo. ¿No es curioso que los peores enemigos del Libertador hayan sido los liberales duros? ¿Era una chiquilinada caprichosa de niños con la cabeza borracha de Ilustración, celos infantiles, envidias adolescentes? ¿Qué libertad defendían los Rondeau, los Alvear y siguiendo, con Rivadavia a la cabeza? 

San Martín. Primero fue hacerle la vida imposible, después sacárselo de encima y mandarlo a que se dé el gusto de un plan impracticable... pero lejos, después darle cargo civil para que se le complique el asunto militar, después dejarlo "en pelotas como nuestros hermanos los indios" y no librarle ni un maravedí para que se las arreglara como pudiera, después llamarlo para que ponga el ejército que había formado (que era el único apto que había) al servicio de las peleas con los federalistas del interior, que estaban hartos de los "galeritas de Buenos Aires", de los que San martín le decía a Tomás Guido, por carta desde París en 1832, explicando la debilidad de la Argentina que él había vivido:
El foco de todas las demostraciones ha sido Buenos Aires, allí se halla la cuna de la anarquía de los hombres inquietos y viciosos, de los que viven de trastornos porque no teniendo nada que perder todo lo esperan ganar con el desorden.
Hombres de Buenos Aires. Hombres del libre comercio y del contrabando, y no digo asociados sino lamiéndole las... botas al imperio británico.

Hasta que al final lo echaron los liberales al Libertador. Y lo metieron en un cajón con siete llaves durante casi 40 años, pero lejos, siempre lejos. Y que se empobreciera, eso sí, porque siguieron mezquinándole los sueldos que le correspondían (además de las honras, claro). Alberdi lo visitó en Francia en 1843, en 1846 lo visitó Sarmiento. Pese a sus elogios (delicados los de Alberdi, como periodísticos...) y la emoción que decían sentir, ninguno de los dos empeñó sus prestigios después de 1850 para traerlo al país del que Rivadavia había hecho todo lo posible y más para echarlo, en 1824; y al que después le habían desalentado la entrada los rivadavianos, cuando en 1829 quiso regresar. En 1869, Mitre dio su versión liberal en su Historia de San Martín, que recién se publicó después de que Avellaneda mandó a repatriar los restos, en 1880, ocasión en la que volvió a perorar Sarmiento en el puerto de las Catalinas, en Buenos Aires. Bastante después, en 1903, le tocó a Roca recrear el Regimiento de Granaderos que había formado San Martín en 1812. ¿A que no adivinan quién mandó disolverlo en 1826? Sí, Rivadavia otra vez.

Tomás de Iriarte, en sus memorias, publica un consejo que le dio San Martín, en aquel 1829, cuando lo acompañó al barco en el que el General se iría a Europa, para no volver al país sino como reliquia:
San Martín me aconsejó que en el momento que cayese Lavalle y su partido no debíamos perder tiempo en regresar a Buenos Aires a fin de tomar una parte activa en los negocios, y perseguir con tesón al círculo británico hasta anularlo.
Cada tanto, como decía, la Argentina, como niños, como niños sin memoria histórica, vuelve a parir un Rivadavia, más o menos jacobino, más o menos anarcocapitalista, más o menos liberal libertario. 

Y como en una rueda sin fin y un péndulo que no se detiene a la vez, allí va la Argentina, de un lado a otro, de acción a reacción.

Decía Hegel que la historia se repite a sí misma y Marx lo corrigió diciendo que, si se repite, primero es como tragedia y luego como farsa. No me meto en esas hermenéuticas infinitas de la izquierda, pero algo es probable, al menos: lo que hizo Rivadavia con Castelli y los demás liberales jacobinos de Mayo, terminó desencadenado el fastidio del interior y dándole a la Argentina más de 20 años de anarquías y revueltas y sangre. Y entonces hubo un Rosas. Y ellos retomaron en 1852 hasta que a Roque Sáenz Peña, que era uno de ellos, le pareció demasiado el fraude y vino Yrigoyen, que ya no era lo mismo que Rosas. Y retomaron después de 1930 y ayudaron a parir un Perón, que marcó otro escalón de descenso. Y retomaron a mediados de los '70 y lograron con eso que se engendrara un Alfonsín, otro escalón abajo. Y se liberalizó el peronismo con Menem y entre los tumbos radicales, el propio peronismo parió un Kirchner (o dos), que no estaba a la altura, pero eso no le impedía hacer daño y mucho. Y Rivadavia parió a Macri, pero no era lo mismo, y la respuesta del péndulo fue un ignoto abogado guitarrero suburbano, como para compensar una medianía con otra.

Y Rivadavia terminó pariendo a Milei.

¿Qué logrará regalarle a la Argentina Milei? Su acción rivadaviana ya no podrá provocar un Rosas. El radicalismo no tiene yrigoyenes. Al peronismo no le queda un Perón que pueda darle una mano..., así que lo más seguro es que echará mano a lo que sea con tal de volver al poder.

¿Que habrá que "agradecerle" a Milei en éste su turno del péndulo?

¿No habrá que cambiarle el nombre al sillón de Balcarce 50, tal vez?

O cambiar el sillón, a secas.

O exorcizarlo, al menos.

Porque parece cosa é Mandinga.