miércoles, 3 de enero de 2024

El tiempo en sus trabajos me libró de perderte




Leí hoy un sugerente trabajo de Ignacio Andereggen, Dios es llamado tiempo (*), con un convincente tejido de Aristóteles, santo Tomás, Heidegger y Hegel.

Y en eso estaba cuando de pronto me acordé de un verso que es el que da título a esta entrada. Tiene varios decenios y, de hecho, debe haberse perdido el poema donde estaba. Se ve que lo único que quedó en mi memoria es ese verso (poema y verso son obra de un servidor, lamento decirlo).

Mientras tanto, en el texto aparece una idea que ya había leído antes: sin alma intelectiva, no hay tiempo. Si alguno piensa que es cuestión ardua, tiene razón. Y ardua también por muy sutil, y eso por razones metafísicas sobre todo. Lo que hace también que el ensayo sea sugerente y obligue a pensar.

Pero no es de eso de lo que quiero hablar ahora, con algún tiempo libre antes de partir.

El asunto ahora es sentar en el banquillo el verso aquel y lo que dice. Porque, a la luz de estas cuestiones, la verdad de aquel verso se vuelve al menos vulnerable, aunque se entiende que transmite una sentencia bastante común: "el tiempo lo cura todo", "con el tiempo todo se olvida", "dejémosle esto al tiempo", etc.

Lo cierto es que, bien mirada la cosa y desde el punto de vista de lo que hay en los textos que leía, digo que, subjetivamente, es el alma la que tercia, más que el tiempo. Es salirse un asunto del alma lo que hace parecer que el tiempo lo ha hecho desaparecer. Y, así las cosas, si ha desaparecido, no es por acción directa y causal del tiempo. Aunque haya transcurrido tiempo hasta llegar algo a deshacerse.

El tiempo en sus trabajos me libró de perderte será un verso mejor o peor y puede ser en otro sentido una verdad fáctica, y hasta profética, puesta en términos líricos. Pero lo cierto es que es simplemente una figura literaria: nombra un accidente como si fuera la causa, y ese accidente no es la causa.

No es el tiempo, es el alma que ya no registra la cuestión como vital o existencial y por lo tanto ya no la mide, como si fuera algo significativo del pasado en este caso. La "des-existencializa" (perdón...) y la vuelve un tema "sin tiempo", diría. Porque el tiempo es el número con el que el alma mide el movimiento según el antes y el después, al decir de los filósofos. Y movimiento material en primer término, pero no sólo material, porque hay realidades inmateriales a las que el alma las mide también en tiempo, y las percibe con tiempo añadido, siempre según un antes y un después, y siempre desde un ahora, obviamente. Por otra parte, el olvido es lo mismo que decir que el alma ya no tiene nada significativo que medir, y eso por la relación del alma con un asunto determinado, no por la relación del tiempo con los asuntos del alma, porque, insisto, no es el tiempo el agente.


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Dos textos dejo aquí porque fue a esa altura que me detuve cuando vino a aparecer el verso aquel. Un fragmento del libro IV de la Física de Aristóteles y el respectivo comentario de Santo Tomás de Aquino:

"Es digno de consideración, cual es pues la relación del tiempo al alma, y por qué parece que hay tiempo en todo, en la tierra, en el mar y en el cielo. Y si es una cierta pasión o hábito del movimiento, existiendo como número. Esto corresponde a todas las cosas móviles, que estén todas en el lugar. El tiempo y el movimiento, sin embargo, están simultáneamente según la potencia y según el acto. Si habrá o no habrá tiempo no existiendo el alma, alguien podría dudarlo. Cuando es imposible que haya alguien que numere, es imposible que haya algo numerado. Por lo cual es manifiesto que tampoco hay número, pues el número es, o lo que numera, o lo numerable. Si, pues, no hay nada que no sea el alma capaz de numerar, y, dentro del alma el intelecto, es imposible que haya tiempo, si no hay alma."
Física IV, 11, 223 a 
"Si, entonces, el movimiento tuviese el ser fijo en las cosas, como la piedra o el caballo, podría decirse absolutamente que así como sin que el alma existiera existiría sin embargo el número de las piedras, así también sin existir el alma existiría el número del movimiento, que es el tiempo. Pero el movimiento no tiene el ser fijo en las cosas, ni se encuentra en acto algo en las cosas del movimiento, sino un cierto movimiento indivisible, que es la división del movimiento. Más la totalidad del movimiento se toma por la consideración del alma, que compara la disposición anterior del móvil respecto de la posterior. Así también el tiempo no tiene ser fuera del alma sino según su indivisible. Pues la misma totalidad del tiempo se considera por la ordenación del alma numerante lo anterior y lo posterior en el movimiento, como se dijo arriba. Y por eso dice a propósito el Filósofo que el tiempo, no existiendo el alma, es de alguna manera ente, es decir imperfectamente; como también si se diga que sucede que el movimiento existe imperfectamente sin el alma."
 In Physicorum L.IV l.XXIII, n.62 


(*)
 El trabajo de Ignacio Anderegen fue presentado en el

CONGRESSO TOMISTA INTERNAZIONALE: L’UMANESIMO CRISTIANO NEL III MILLENIO:
PROSPETTIVA DI TOMMASO D’AQUINO, que fue en Roma del 21 al 25 de septiembre de 2003.