sábado, 13 de octubre de 2018

Bestiario de don Juan




Descubrí un libro -de esos que llaman raros y curiosos- que no conocía.

Se lo titula como el Bestiario de Don Juan de Austria, pues para él fue compuesto, según parece, por Martín Villaverde, alrededor de 1570.

Hoy está en el monasterio de Santa María de la Vid, en Burgos, y se lo considera una verdadera joya, entre otras cosas porque es el único bestiario que hay en el mundo escrito en lengua de Castilla.

Villaverde, dicen, es el autor de los textos y las ilustraciones, que a los peritos les saben a naïf.

No hay plantas allí sino peces, mamíferos e insectos, algunos de ellos fantásticos, a lo largo de sus 484 páginas.

Dice Villaverde:
Tracé estas líneas para que Vra. Excellencia con pasallas y mirallas descanse un rato de los muchos que en la guerra a trabajado...

Y digo yo que imagino a mi queridísmo don Juan, repasando esas páginas e imaginando lo ancho y lo alto de un mundo real y misterioso, en medio de trajines y aventuras.



No era especialmente apto para la corte, en los peores términos políticos que pueda imaginarse para una corte. Y pienso si el libro en cuestión no le habrá dado verdaderamente momentos de descanso, como quería su autor.

Imagino que apenas unos meses después de tener el libro en sus manos, en 1571, navegando hacia Patras y Corinto, soñando con la gloria de Lepanto y sus batallas, habrá llevado consigo el Bestiario y habrá buscado en los largos días de navegación, seres del mar como los que allí se describen e ilustran.

Y también lo imagino sorteando las infinitas discusiones de los almirantes y capitanes, retirado a un rincón luminoso del castillo de popa, a hojear los dragones y endriagos, sirenas y basiliscos, como un entusiasmado Quijote, planeando darles guerra, nomás en cuanto la ocasión viniere.