miércoles, 4 de mayo de 2005

Temporada Otoñal de Sonetos (II)


Por qué no dedicarle a la vieja Europa este soneto de la serie.

Por qué no.

Claro que sí.


León cautivo

Grave en la decadencia de su prez soberana,
sobrelleva la aleve clausura de las rejas,
y en el ocio reumático de sus garras ya viejas,
la ignominia de un sordo lumbago lo amilana.

Mas, a veces, el ímpetu de su sangre africana,
repliega un arrogante fruncimiento de cejas,
y entre el huracanado tumulto de guedejas,
ennoblece su rostro la vertical humana.

Es la hora en que hacia el vado, con nerviosas cautelas,
desciende el azorado trote de las gacelas.
Bajo la tiranía de atávicos misterios,

La fiera siente un lúgubre influjo de destino,
y en el oro nictálope de su ojo mortecino,
se hastía una magnánima desilusión de imperios.

Leopoldo Lugones (De Los crepúsculos del jardín)