martes, 24 de mayo de 2005

Arte amarillo, como el sol de mayo

Justicia es justicia.

Y me van a perdonar, pero que se amosquen si quieren las miradas de los/as amantes de los libros, de los/as intelectuales, los/as estetas y los/as místicos/as, si es que acaso están leyendo estas líneas en vez de estar haciendo lo que una persona de bien tiene que estar haciendo a estas horas: levantando su copa por la elemental elegancia con pelota al pie.

Ocasiones de brindis, que las hay las hay. Ésta es una.

En la Argentina, como siempre para estos tiempos de mayo a julio, son momentos de pericones y gatos, de disfraces de paisana, negritos pintados y de vendedores de velas y repartidores de escarapelas. Y de actos escolares y a veces de chocolate caliente y pastelitos, y muy de vez en cuando de desconocidas y lejanas destrezas criollas y carreras de sortija y de locros y empanadas y de bombos y guitarras de escuelas de danza en barrios y clubes de pueblo.

Y son tiempos, todavía, de maestras de escuela tratando de hacer, en completa soledad, toda la patria que pueden, aunque sea de papel crepe y cartulina pintada, aunque ni sepan muy bien lo que hacen: alcanza para enseñarles a los chicos siquiera algo de amor festivo, desinteresado, por la patria.

Mientras, en el mundo de los adultos -empachados de cálculos, de insolencias, de ambigüedades y falsedades-, suenan bullas y griterías de Te Deum santiagueño y guiños y picardías de peronista cazurrón y apoplejías de los que no saben qué hacer y de los que hace decenas de años que hacen poco y nada por la patria, salvo ponerla en los discursos o en las homilías.

Entretanto, en la Madre Patria, un artista humilde y silencioso pinta un fresco en amarillo, de gualda, de oro xeneize.

Que suene como más les plazca: lo celebro, casi como al 25 de mayo. Con lo peor del argentino futbolero. Por el peor de los esteticismos, por una cuestión de arte... del balompié.

¿Si lo estoy diciendo en serio? Y, miren, no sé...

Pienso si no llegará el día en que lo más argentino a mano no será el elegantísimo Riquelme, el más 'artístico' de España jugando a la pelota. Lo que no es poco, después de todo.