miércoles, 4 de mayo de 2005

Hay que cuidarse, tengo que cuidarme. Porque el asunto es mandado a hacer para hilvanar un discursete apologético, que para qué les cuento...

Uno podría ponerse la capa de conservador y cantar las riquezas occidentales. Especialmente en lo que tengan de occidentales, no importa qué clase de riquezas sean.

Y todo porque la cuestión en juego es la cultura.

Bendita palabra, bendita cosa.

Ahora que los europeos se están 'refundando' les preocupa la invasión 'cultural' yanqui y la pérdida de la identidad europea. Y tratan de convalidar viejos títulos y viejas glorias de museo, y los museos.

Me acuerdo ahora de que en un canal de cable (Europa-europa) el lema es "el primer cine", más de lo mismo, un poco de lustre a las medallas del abuelo, medallas que ganó en un concurso de salto...

Así será que ven la cosa. Como una competencia comercial. O algo peor: las nuevas generaciones no se divierten a la europea, dice un director de cine francés.

Peor, digo, porque creerán que la identidad está en los museos, en las ruinas turistizadas, en las produciones cinematrográficas...

Los jóvenes no se divierten a la europea... ¡hay que ser papanata!

Es la economía, estúpido.

Y es otra cosa peor: Europa.

Sí, Europa. Esa Europa que fundaron Benito de Nursia y Alcuino. La Europa que sin su espíritu originante es un desfile de modelos, por elegantes, antiguos o sofisticados que puedan resultarle a uno: charmante, sí, tan hueco y charmante como un parfum.

Ni se habrán anoticiado que por eso dice Benedicto que se llama Benito, después de todo.

Pero los europeos -mi sangre, después de todo, ay, sí, mi sangre...-, se juntan para ver cómo hacer para que los jóvenes se diviertan a la europea, o por qué hay más estrenos hollywoodenses que europeos en Europa, por qué a la ópera van solamente los viejos...

Y se vuelven locos por aprobar su Constitución refundante, que eso los ayudará un montón para ser de nuevo la Europa que quieren ser. Papanatas.

La vieja Europa. Merde. Pintarrajeada, aburrida de si misma, abolida. Acomplejada, mirando con envidia y recelo a su hijo bobo, los Estados Unidos.

¿Qué Europa?

Uno le desearía a Europa morir mártir, si pudiera. No hay que desearle la muerte a nadie: "...sólo Dios sabe lo que la muerte vale...", dice Chesterton. Pero otra cosa es desearle a Europa el martirio: para ver si en la muerte descubre su nacimiento.

Los que quieran, pueden quedarse con las palabras de M. Jacques Chirac:

Pour M. Chirac, la Constitution européenne est la "fille de 1989", date de la chute du Mur de Berlin, mais "surtout la fille de 1789", c'est-à-dire de la Révolution française, parce qu'elle "reprend toutes les valeurs de la France". "Cette Constitution, elle a un certain nombre de mérites, le premier c'est qu'elle reprend en réalité toutes les valeurs qui sont celles de la France".



Merde.