domingo, 1 de mayo de 2005

A propósito de lo que decía días pasados sobre el pueblo de mi padre, allí donde el domingo pasado tuve un glorioso almuerzo, me di cuenta después de que también al noroeste y más lejos todavía -unos 200 kilómetros de allí- está el pueblo de mi madre.

También allí tengo raíces, también allí desde hace más de cien años.

Sin querer, sin pensarlo, había dicho algo que vale para ambos.