lunes, 12 de octubre de 2020

Lo anteúltimo

 

Este será el día inolvidable.

Eso decían a coro –mi espalda en tierra– los susurros verdes de los pastos tiernos.
Y un resplandor, solista sobre el agua,   
me cegaba la paz del mediodía con un ronco sonido de gozo.

El trigo, apenas doblegado;
el señorío límpido de la calandria sobre un sauce;
ese rumor de abejas sin abejas;
las manos enlazadas;
la mirada sin puerto navegando una nube transparente;
los pies descalzos y al aire dulce de los aromos en flor...

El día inolvidable.

El reposo anteúltimo, antes del último suspiro de la noche última;
antes de la nostalgia vuelta silencio en los caminos finales, indolentes,
que no saben nada de este día inolvidable.
Del día inolvidable y el de la luz más clara,
tibia como la memoria de estas horas.
De este día inolvidable, el de una mirada eterna y amorosa, 
que mira mi mirada que la mira como remedio del olvido.