viernes, 9 de octubre de 2020

Javier Anzoátegui




Justicia al mérito.

Hace poco, como juez de un tribunal oral, Javier Anzoátegui agregó un Excursus al voto con el que falló en un caso que incluía un aborto practicado a una niña de 13 años. Luis Rizzi, otro de los jueces del mismo tribunal, adhirió a ese voto y al agregado, claro. 

El Excursus se refiere al aborto al que fue sometida la niña y a las responsabilidades por ese asesinato.

De izquierda a derecha, funcionarios, periodistas, lenguaraces y más y más, hicieron jirones de Anzoátegui y de Rizzi. Y no es la primera vez. Y no es improbable que eso les cueste algo a ambos.

Inmundo y previsible.

Pero el gesto de Anzoátegui ahí está y ahí se queda. Porque las palabras de Anzoátegui son, además de palabras, un hecho. Toda palabra lo es, y de un modo que los hombres –porque están hechas de aire– no advertimos del todo.

No es del todo cierto eso de que verba volant, scripta manent.

Cuidado: las palabras dichas también quedan. Las palabras dichas y no solo las escritas. Las palabras, todas las palabras, quedan. 

Y, antes que nada, quedan en el hombre mismo que las dice.

Porque "no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre".

Y lo que sale no solo contamina. También puede hacer lo contrario. 

Dios primero, ya se van a enterar de esto al final Javier Anzoátegui y Luis Rizzi.

Y los que hicieron jirones de las personas y famas de Javier Anzoátegui y Luis Rizzi, Dios primero, también se van a enterar, al final.



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El boletín perseverante Notivida, de Mónica del Río, se ocupó de publicar el Excursus y lo dejo, tomándoselo prestado, en este enlace:


Excursus del voto de Javier Anzoátegui.