Todas las cosas amanecen al unísono.Y la misma alegría, cada una.Piares bulliciosos, aleteos.Y esa luz cobriza en las copas tempraneras,penachos insolentes de unos troncos severos.Un plantel de terneros que alborotan el bajo;y ese blanco de garzas,pintas de claridad sobre el agua oscura.Sonrisas polifónicas,partitura concordeque trama con rocío un vivace impetuosoy hace el frescor que estalla con el día.Sobre el campo,se despereza la bruma,todavía somnolienta de su sueño amoroso.Y envuelta todavía en su traje de luna traslúcida,se abraza al humo fragante de un fuego revivido.Entonces, aparece.Y entonces, nuevamente,todo imita expectante una sonrisa que viene de la noche:y es ese el primer gesto que ven los ojos de todo alrededor,la señal que hace renacer cada mañana.