Fue una mañana inesperada de dos primaveras juntas.
Entonces un llano se abrió al cielo.
Y brotó una mansedumbre hacia el este
que fluía delicadamente,
mientras acariciaba manzanillas diminutas
y el dorado de unos dientes de león sedientos.
Oí su rumor,
y su rumor me atrajo:
aromaba como un perfume de mujer.
Ahora, por una llanura azul y bajo un cielo de plata,
había un agua nueva y fresca.
Amorosamente limpia.
Remansada, rítmica, graciosa, libre.
Orladas sus orillas de dos primaveras.
Cantaba susurrando como un río.
Era un río.