viernes, 22 de abril de 2005

Es casi obvio, a esta altura. Parte, apenas, de lo que hay por ahí.

Está fácil.

Ya dije que he vivido, con éste, bajo el reinado de seis papas.

A primera vista, me pareció que nunca me había pasado, pero, pensándolo bien, no es la primera vez que veo y oigo broncas contra un papa.

Sin embargo, sí es ésta la primera vez que oigo ruidos roncos por la 'ortodoxia', primera vez que me toca ver la furia, la espuma chorreando por la comisura de los labios apretados, oír y ver los aprestos de 'toma de la Bastilla' de los que esperan, temen, deploran un próximo festival de conservadurismo u ortodoxia o integrismo o tradicionalismo o represión (pongo palabras que están sonando, no necesariamente sinónimos.)

Supongo que esto podría ir in crescendo, si Benedicto XVI se comportara como lo esperan sus oponentes, por más que se trate de un hombre de 78 años, dure lo que durare su pontificado. O incluso, me parece, si se comporta de cualquier modo -no importa cómo-, mientras el que se comporte sea él y su fama y su prontuario y él como emblema de lo contrario de cualquier otra cosa que no sea él.

Porque no es progresista o liberal, tanto como porque fue el inquisidor. O porque es alemán. O porque no es 'latinoamericano' (tampoco importa que no sea 'latinoamericano' de Milán o de Brasil o de Asia... que los hay en todas partes, sea lo que fuere que signifique serlo.)

Y más y más líneas que traman, con endiablada complejidad, lo que supone el mundo que es un papa, lo que supone que solamente debería ser, cosa que tiene su interés también. Hasta lo que suponen muchos católicos que es o debería ser.

Especialmente, repito, porque a muchos de los que han puesto y ponen 'el grito en el cielo' (vaya, vaya... bonita figura), quién sabe qué les va en que la Iglesia apruebe, tolere o aun promueva aquellas cosas que esperan ver aprobadas, toleradas o promovidas.


Ahora bien, que la acusación sea de 'nazi' tiene su miga, por varias razones. Y eso lo voy a masticar de a poco.