jueves, 14 de enero de 2021

Pisas la tierra


Llevo en la mano un ramo de jazmines
que te daré en la puerta de tu casa.

Los até torpemente con la cinta azul 
que me diste a la orilla del arroyo,
el día del paseo interminable;
la tarde te iluminaba
y aquel vaivén de juncos serenaba el ardor del día.

Entonces me darás, creo, el pañuelo bordado 
con las letras oscuras de mi nombre.
Yo lo espero.
Lo prometiste entre requiebros y bromas
cuando entraba la noche, 
sobre el puente.

Y una vez y otra vez,
veo vagar tu amor por todas las cosas.

Llena el derredor y los objetos, 
acaricia la opacidad de los pocillos,
endulza el firmamento.
Acomodas el mantel y se estremece,
el aire teme lastimar;
y si traes la jarra del agua
parece una ofrenda de una vestal sencilla.

La delicada ofrenda,
la discreción de un beso inocente 
cuando el agua corre de tus manos sensuales y tiernas.

Pero, en medio de la inmensidad del mundo,
nada hay más real,
nada conmueve más
que el gesto seguro y amoroso de tu pie
cuando, viniendo a mí con una sonrisa,
pisas la tierra.