miércoles, 6 de enero de 2021

De la noche serrana


Y tembló la guitarra y la voz dijo
una aspereza dulce, sin consuelo,
que quise consolar con la mirada.
Inútilmente. El corazón dormía
un sueño que esas manos acunaron.
La nostalgia cantó una esquirla amante,
cada nota punzó tan hondo y leve 
sin que el aire del cerro se moviera,
sin la tristeza de quien finge olvido,
sin hollar los silencios del recuerdo:
solamente la pena necesaria.
Miré la boca tersa como un río
y la llanura negra de sus ojos.
Y era su piel de zamba y yerbabuena.