La paz hizo su nidoen el verdor cómplice de esas hierbas.Ese día, plantó su semillaen un pecho que aún late.Sol en la piel ajada de mis manos.El resplandor aromado de tus hombros.
Y estaba aquel regazo florido,aquella tibieza mansa,el silbido del silencio entre los álamoshasta el atardecer.Había solo un ave,rítmica, amorosamente lejana.
Todo sigue allí.
Y nosotros.
Tu alegría ha detenido el tiempo.