sábado, 16 de enero de 2021

Cántico


La paz hizo su nido 
en el verdor cómplice de esas hierbas.
Ese día, plantó su semilla
en un pecho que aún late.

Sol en la piel ajada de mis manos.
El resplandor aromado de tus hombros.
Y estaba aquel regazo florido,
aquella tibieza mansa,
el silbido del silencio entre los álamos
hasta el atardecer.

Había solo un ave,
rítmica, amorosamente lejana. 
Todo sigue allí.
Y nosotros.
Tu alegría ha detenido el tiempo.