lunes, 25 de abril de 2011

Linhas tortas (III)

Lo dicho: hay que mirar y ver, antes de hablar. Y pensar, después. Después de mirar y ver, claro: no después de hablar.

En todo caso, después de hablar hay que callarse. Y después seguir pensando hasta ver lo que se está mirando.

Para no demorar el acopio, van otros dos textos; y falta uno, creería, a lo más, dos.

También los de ahora son de aquella edición primera de Crítica literaria, del ’45, que ya vengo citando.

En uno, comenta un libro de versos de Juan Oscar Ponferrada, Flor Mitológica, aparecido en 1938.

El otro es una especie de carta-respuesta a Tomás de Lara, en la que Castellani opina sobre el Cántico de Jorge Guillén, en la primera versión del poemario del español, que es la de 1928. Como se sabe, éste fue una especie de libro-vivo que Guillén republicó engrosado en 1936, 1945 y finalmente en 1950. El del ’28 tenía 75 poemas; el último, 334.


Está bien. Ahora, dígame, a ver si entiendo antes de seguir: ¿todo esto es sobre poesía, y a causa de la poesía?

No, mire: a causa de y sobre, puede ser. Pero créame que no es sólo de poesía de lo que estoy hablando.

Y Castellani tampoco, hasta donde veo. Y ahí está la cosa, precisamente.