viernes, 15 de abril de 2011

Ex libris (IV)



El loco
No fue por la distancia o el rumor de la muerte,
ni el avaro vagido de las cosas perdidas.
Tal vez sus soledades en desiertos sin gloria
le hirieron la sonrisa, le apagaron el alma.
No por espeluznadas y aromáticas voces,
ni furias aturdidas, ni un eco demorado.
Tal vez el brillo huero de un nombre no entendido
le cegó la mirada, lo anegó en el silencio.
Y al fin, bajo una sombra y al peso de los días,
restaurado el recuerdo de la infancia primera,
alejó los fantasmas y una vejez febril.
Y retomó el instante del caballo de escoba
arriando imaginarias flores y matorrales,
sonriendo por el patio redondo de este mundo.