domingo, 10 de abril de 2011

Quietud

- Está lindo acá, dijo Inés, tranquilo, así, todo quieto, el sol, vientito, los pájaros…, lindo…
Estaba en el jardín, al sol de un día de gloria, de esos tibios del otoño del sur. Domingo. Moroso el día, arrullos de palomas cansinas, aire de ocio, sin apremios más que los de la supervivencia.

Me paré cuando me habló, iba camino a la cueva. La miré fijo unos segundos.
- ¿Está todo quieto? ¿Te sentís quieta?

- ...

Se había apoltronado sobre una cama elástica, circular, como una órbita. El sol de la tarde, que se iba por el cielo al poniente, le llegaba a la cara, pasando entre las hendijas de las ramas del tala, de un laurel y un tilo.

Se incorporó apenas y, durante una eternidad, me miró, expectante.
- Mirá: esta circunferencia de la cama es como si dijera la órbita de la Tierra alrededor del Sol, que sería ese círculo que está en el medio, ¿ves? Hay que recorrer unos 900 millones de kilómetros para dar toda la vuelta. Y si vas a unos 107.000 kilómetros por hora, esa distancia se hace en un año. Que es lo que hacemos.
- ...
- Pero, además, la Tierra gira sobre sí misma y tiene unos 40.000 kilómetros de circunferencia. Los recorremos en un día, a unos 1.700 kilómetros por hora de velocidad, al menos en el Ecuador, a nuestra altura del planeta, acá en el sur del sur, tal vez a unos 1.000 u 800 kilómetros por hora, ¿entendés?
- ...
- Y acá estamos, ¿ves?: viajando por el espacio a 107.000 kilómetros por hora y dando vueltas como un trompo, a la vez, a unos 1.000 y pico de kilómetros por hora...

- ...
Seguía mirándome, los ojos muy abiertos, como tratando de sentir el vértigo que estaba imaginando.
- ¿Te sentís quieta todavía?
- Ahora no tanto...

Y volvió a apoltronarse. Inés es así, parece indiferente.


Desde siempre tuve esa idea en la cabeza.

Como si dijera el vértigo de esa quietud. Como si, montado a horcajadas sobre el Planeta Azul, viajara cortando el viento, y haciendo caracolear vigorosamente al planeta sobre sus remos traseros, lanzado a la carrera por la órbita terrestre alrededor del Sol.

Una imaginación pueril, me dirá. Puede ser.

Pero le garanto que, de vez en cuando, pone las cosas en otra perspectiva. Palabras como ‘quieto’, sin ir más lejos, de pronto toman otro significado. Casi místico le diría, si no fuera un abuso o una pedantería.

En ese registro, ‘inmóvil’ se vuelve casi un sarcasmo; al menos, seguro, una ironía.

Ya en sentido cósmico, y hasta en sentido histórico, ese movimiento a esa velocidad deja mucha tela para cortar.

Pero haga la prueba de pasar todo eso a términos espirituales, a ver qué le parece que da, qué le parece que podría decir el dato, en términos simbólicos, claro, aunque no sólo ni tanto.

Y después me cuenta.