miércoles, 22 de junio de 2005

Visión

Una de las cosas sorprendentes que aparecen en el trabajo que Joseph Pearce dedica a G. K. Chesterton, es el capítulo sobre su ingreso a la Iglesia Católica, en 1922.

De todas las cosas allí dichas una me llama la atención más que cualquiera otra y es la actitud de Hilaire Belloc. Según se ve, Belloc jamás creyó que GKCh fuera a "dar ese paso".

Cita Pearce este fragmento de una carta de Belloc a Maurice Baring, amigo común:
Dicen que podría ingresar a la Iglesia en cualquier momento, pues manifiesta opiniones católicas y siente un gran afecto por la Iglesia católica. A mí me parece que eso es tomar el rábano por las hojas. La Aceptación de la Fe es un acto, no un estado de ánimo; la fe es un acto de voluntad. Y a mí me da la impresión de que dedica todo su entendimiento a expresar el cariño y la atracción que le inspira un estado de ánimo, en lugar de aceptar una determinada Institución tal y como está establecida en este mundo y que representa una realidad plena. Es completamente distinto sentir apego a las ideas militares...que hacerse soldado raso en un regimiento ordinario.
Dice también Pearce que Belloc
estaba tan convencido de su propio punto de vista que la semana anterior a la conversión de Chesterton no regateó esfuerzo para persuadir al padre O'Connor de la futilidad de cualquier intento de catequizarle. Cuando se demostró que estaba equivocado, casi se quedó mudo de asombro. El 12 de agosto escribía al padre O'Connor: "Es una noticia excelente, de verdad... Estoy anonadado". El 23 de agosto le escribía de nuevo:

Todavía sigo estupefacto por el golpe de la conversión de Gilbert. Jamás pensé que fuera posible.


La Iglesia Católica es central y por lo tanto uno puede acercarse a ella desde cualquier ángulo imaginable. Le he escrito una carta
(conviene transcribirla porque tiene lo suyo, ya vendrá) y le volveré a escribir, aunque no tengo buena mano para estas cosas en absoluto.

Dos días después le seguía costando creer en la evidencia que tenía ante sus propios ojos y escribió una vez más al padre O'Connor: "Cuanto más pienso en Gilbert más me asombro". El 9 de septiembre le contó que había visto a Chesterton en Top Meadow y se había quedado a pasar la noche: "Está muy contento. Tiene usted razón en cuanto a la explicación; pero es que yo no tengo visión".