jueves, 30 de junio de 2005

Entretiempo

Con un pie en el estribo, listo para una maratón de kilómetros por aire, tierra y mar, me puse a ver si hacía falta dejar alguna línea en la bitácora. Por lo menos hasta tener un minuto libre en estos días que vienen (y un artefacto a mano) para dejar nota de alguna que otra cosa.

Y no. No 'hace falta'. De todos los medios que conozco, de todos los modos de decir que se me ocurren, éste es el que más lejano está de cualquier 'necesidad'.

Así fue, por ejemplo, que también me di cuenta de que había una cantidad de asuntos sobre los que no me da ganas escribir. Por ejemplo, el Che Guevara. O las elecciones en Irán. O el discurso de Bush. O la derrota de Fraga Iribarne.

Por decir algo.

La lista es mucho más larga. Inmensa. Me doy cuenta. El mundo alrededor tiene 360º, y las cosas que pasan son de una cantidad tal que se multiplica por si misma en segundos.

Se puede combinar, se puede diseñar, se puede dosificar del modo más extravagante.

Además está el interés, la conveniencia, la oportunidad, las ganas de escribir sobre esto o aquello.

Tiempo atrás, un lector entró pidiendo permiso para comentar los temas que se tocan en estas páginas. Incluso llegó a esbozar una calificación histórica: si antes eran de tal naturaleza, si después fueron de tal otra...

Tengo decenas de horas 'vacías' en estos días. Horas de 'millaje' neutro. La Patagonia es mandada a hacer para mirar las líneas de nada y nada y ver (y pensar) toda la vida propia y ajena si uno quiere. Todas las cosas.

Un tiempo, algunos cientos de kilómetros, bien lo puedo dedicar a estas cuestiones.

No tanto porque sea una urgencia personal, subjetiva.

Al fin y al cabo -y aunque parezca una broma tensa, tratándose de aquel desierto-, mi ocupación en estos días es nada más que hablar sobre lenguaje y comunicación.