sábado, 23 de diciembre de 2023

La voz y la Palabra (un regalo de Navidad)





Por lo que tiene de "lingüística teológica" y por la meditación honda sobre el sentido de la Palabra y la palabra, alguien me regaló hoy un fragmento de san Agustín, a propósito de la fiesta del Nacimiento de san Juan Bautista, que se celebró, claro, hace 6 meses:

“¿Qué va a ser este niño?”

¡Oh maravilla, el nacimiento del mensajero precede a Aquel sin el cual no habría nacido nunca! Él es la voz y Jesús el Verbo... La palabra nace primero en el espíritu, luego suscita la voz que la pronuncia; la voz se expresa por los labios y da a conocer la palabra a los oyentes. Así Cristo ha permanecido en el Padre, por quien Juan, su mensajero, fue creado como toda criatura. Pero Juan sale del vientre de su madre y por él Cristo fue anunciado a todo el mundo. Éste era el Verbo, desde el principio, antes que existiera el mundo; aquel fue la voz que precede al Verbo. El Verbo nace del pensamiento, la voz sale del silencio.

Cuando da a luz a Cristo, María cree, mientras que antes de engendrar Juan, Zacarías se queda mudo. Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una jovencita virgen. El Verbo prolifera en el corazón de quien lo piensa; la voz expira en el oído de quien la escucha. Puede que éste sea el sentido de la palabra de Juan: “El debe ser cada vez más importante; yo, en cambio, menos.” (Jn 3,30) Porque los oráculos proféticos, pronunciados ante de Cristo como una voz antes del verbo, se siguen hasta que llega Juan en quien cesan las figuras precedentes. Luego, la gracia del evangelio y el anuncio manifiesto del reino de los cielos no conocerá fin y fructificará y crecerá en el mundo entero. Ciertamente, de Juan dice la misma Verdad: “Entre los nacidos de mujer no hay otro más grande que Juan Bautista.”(Mt 11,11).

Entre los 396 sermones que tenemos de san Agustín, hay 17 sobre san Juan Bautista, incluyendo dos sobre su martirio.

En casi todos insiste con una idea: la voz anuncia a la Palabra que precede a la voz. Y con esta otra: Juan nace de una madre estéril y anciana para anunciar a Jesús que nace de una virgen.

Las dos ideas son maravillosas. Pero esta segunda idea es abismal. Creo que con este signo se recorre también la historia y el destino de Israel, porque en Juan el Bautista termina el tiempo de la Promesa y en Jesús se cumple.

¿Y el regalo de Navidad?

Es este enlace que les dejo aquí a la Homilética y los Sermones de san Agustín.

Homilética y Sermones de san Agustín de Hipona.

No encuentro nada mejor que esto para regalarle a los lectores de esta bitácora. En todo tiempo estos sermones y esta homilética son una compañía que despeja el aire enrarecido y anima al peregrino fatigado, además de enseñar a entender las Escrituras y enseñar a pensar, de paso.

Más todavía en tiempos en los que no debemos olvidar quién es el Señor. Y quiénes somos nosotros.

¡Feliz y Santa Navidad!