martes, 18 de junio de 2024

¿Derecha 'furba', 'stronza' o 'naïf?





Hizo algo de ruido la operación Meloni para sacar la mención al aborto del documento de la última reunión del Grupo de los 7 mandamases, mención que sí se incluyó en anteriores documentos de esas reuniones.

La cuestión se planteó como un desafío también a Macron que viene de empujar la inclusión del aborto en la constitución francesa, inclusión que se sabe que la propia Le Pen favoreció con una propuesta y finalmente con su voto afirmativo.

En tierras pampas, la turba libertarioconservadora mileitavillarrueliana, exhibió como una heroína a Giorgia Meloni y, en una carambola partisana, dejo caer un poco de esa agua bendita sobre Milei, en esta ocasión partícipe secundario de la reunión globalista y comochancho con la Meloni.

Leí ayer un artículo de Antonio Socci en Libero, del 17 de junio pasado. Trae una argumentación extraña, según la cual lo que hoy es el PD y fuera el PC italiano, ha renegado de la posición de Enrico Berlinguer, máxima autoridad del PCI en los tiempos del '70, tiempos en los que se votó la ley del aborto en Italia, voto que el PCI militó en primera fila. 

Es tan alambicada y especiosa la argumentación de Socci para ponerle una aureola a Meloni, que llega a interpretar las palabras de Berlinguer con un aire que, cuando es menos, es naïf. A mi sabor, es simplemente mañoso.

Porque lo que dice la izquierda italiana de los '70  por boca de Berlinguer es que, simplificando: el aborto es malo, el aborto es un fracaso, no lo queremos, no lo aceptamos sino como un mal necesario. 

Pero. 

El propio Socci cita, por ejemplo, y como si fuera una clave de bóveda a favor de Meloni, palabras del líder comunista: "La ley es sólo un primer paso en el camino de la prevención y, consecuentemente, de la superación del aborto. La vida de la mujer, tanto como la del nascituro, será verdaderamente tutelada cuando se ponga por acto todo un complejo de leyes y de nuevas estructuras en todos los ámbitos de la vida social. Sólo una radical y nueva elección política y cultural podrá liberar progresivamente a la mujer de la necesidad de abortar y por eso mismo tutelar suficientemente la vida ya sea de la madre tanto como la del niño concebido..."

En la esquina del barrio, los muchachos llaman a eso que hace Socci "comerse el amague...". Y eso, digo otra vez, pensando bien de Antonio Socci. Porque el ilustrado periodista y escritor parece no advertir el sentido de las palabras comunistas cuando, astuta y sinuosamente, dicen aborrecer el aborto, aunque lo proponen, lo miltan y lo votan. Eso sí: hasta que venga la verdadera revolución cultural que, con un nuevo estado social y nuevas leyes, haga que ya no sea necesario que las mujeres aborten... porque se habrán liberado.

El esfuerzo de Socci por sostener la posición de Meloni, tirándole al PD de nuestros días con las palabras y las posiciones de la izquierda italiana de los '70, se me hace estúpido. Como suelen ser cada vez más estúpidas las apologéticas y las canonizaciones con las que las derechas liberales, libertarias y conservadoras se están enviciando. Y con las que están, ciegos que guían a ciegos, arrastrando a una manada de obnubilados.

Un detallito torpe, para terminar. Socci, al principio de su artículo, menciona al pasar la posición de Giorgia Meloni al comienzo de su mandato, cuando se definió en relación con la ley italiana 194 de fines de los '70, que es la que hace legal el aborto en la península. 

Refiere Socci que Meloni ha dicho en esa ocasión que ella no quería tocar la ley 194, esto es intentar abolirla, sino que pretendía hacerla cumplir íntegramente, incluyendo allí las partes que podrían ayudar a la mujer a tomar la decisión de no abortar.

No sé si son o se hacen. Pero, tomando el ejemplo reciente de Le Pen y trayendo las manifestaciones de Meloni ya en funciones, parece que, efectivamente, algo está podrido en la Europa de estas derechas.

Lejos, al sur, cruzando mares anchos y selvas inmensas y pampas infinitas, estas derechas, en su versión meridional, parece que no saben, no quieren o no pueden oler que su dizque batalla cultural spuzza.


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