domingo, 23 de junio de 2024

Terminaremos con un estallido




La charla se llamó "Terminaremos con un estallido" y es una emisión de radio de la BBC, del 15 de marzo de 1936, tres meses antes de morir. Fue la última de una serie de charlas que tituló "La sal de la vida". Chesterton aclaraba allí que disfrutaba de las cosas normales de la vida como cualquier hijo de vecino, pero lamentaba el hecho de que "en la actualidad, un gran número de personas presta mucha atención a la sal de la vida y muy poca atención a la vida"

Joseph Pearce, en Sabiduría e Inocencia, cuenta el episodio y las palabras de Chesterton:

Ahora bien, estoy convencido de que el secreto que todos buscamos, el secreto de gozar de la vida no está en la sal de la vida de ustedes, ni en la mía, ni en cualquier otra actividad que nos distraiga de la vida. Nuestro mundo terminará sumido en la desesperación a menos que encontremos alguna manera de hacer que nuestros pensamientos, las ideas corrientes que se nos ocurren en los tiempos corrientes, sean más alegres de lo que parecen ser ahora, a juzgar por la mayoría de las novelas y de las poesías. Hay que estar contento en esos momentos de paz en que uno recuerda que esta vivo. 

El título de la charla era una alegre respuesta al poema de T. S. Eliot, "Los hombres vacíos" y a su estribillo pesimista: 

De esta manera terminara el mundo 
De esta manera terminara el mundo 
De esta manera terminara el mundo 
no con un estallido, sino con un lamento. 

A Chesterton le parecía una insinuación odiosa: 

Les ruego que me disculpen si les resulta anticuado lo que les voy a decir y es que no me gustaría Ilegar a pensar nunca que el mundo está en peligro y a punto de acabarse... Pero si lo hiciera, no creería que se iba a terminar con un lamento, sino con el triunfo sobre la muerte, si es que realmente se fuera a acabar... Y sería incluso tan indecentemente frívolo que prorrumpiría en cánticos y diría a los jóvenes pesimistas: 

Burlas, risas de conejo, sonrisas de medio lado; 
nosotros de jóvenes reíamos y cantábamos. 
Ellos podrán terminar con un lamento 
pero nosotros acabaremos con un estallido. 



jueves, 20 de junio de 2024

Sucias banderas




Teléfono para Javier Milei (y para otros gansos..., me refiero a los conservadores, se entiende): no hay nada nuevo bajo el sol.

Los que deberían saber historia y no la saben como deberían, conviene que vuelvan a los libros y releer la historia argentina, al menos nuestras cosas políticas entre 1852 y 1912.

Ahora bien, los que están fascinados con las antiguas "novedades" políticas y económicas de 2024, y que deberían saber historia porque les "interesa" la historia, y que además y para peor se han criado a la sombra del revisionismo mayormente, diría que o son apóstatas o son miopes o no les interesan los hechos y sólo repiten consignas como... gansos.

Por las dudas no lo conozcan, y para que lo conozcan, dejo aquí un par de fragmentos tomados de El medio pelo en la sociedad argentina, un clásico de Arturo Jauretche (foto der.) de hace unos 60 años. que dejó en enlace al pie de esta entrada.

El primer párrafo se refiere a la llegada del conservador Manuel Quintana (foto izq.) a la presidencia, en 1904. La muerte, en 1906 a sus 70 años, se apiadó de la Argentina y acortó su mandato. No es el único ni era muy brillante, pero este petimetre, casi súbdito del British Empire, hizo bastante para que se consolidara en ciertas mentalidades un modelo que ahora se promueve como una novedad revolucionadora (que no revolucionaria...), haciendo "pan de hoy con harina de ayer", diría mi madre, gente de campo.

Quizá una de las páginas más tristes de la historia argentina es aquella entrega de la banda y el bastón que el general Roca hace al nuevo presidente Quintana. Es el mismo Quintana abogado del Banco de Londres y América del Sud que habla amenazado al ministro de Relaciones Exteriores de Avellaneda, Bernardo de Irigoyen, con movilizar la escuadra inglesa por un incidente bancario en el Rosario.

Esos eran sus títulos, y los de gran señor con su atuendo londinense, su oficio y filiación política mitrista que definen su ideología.

Abelardo Ramos (Op. Cit. Tomo II)* nos relata el episodio:

Rodeado de un puñado de amigos y con un velo melancólico en sus ojos saltones, el general Julio Argentino Roca entregaba las insignias del mando al Dr. Manuel Quintana, con su perilla blanca, retobado y despreciativo, enfundado a presión en su célebre levita.

... El mandatario saliente pronunció algunas banales palabras de cortesía. Quintana contestó al ceñirse la banda presidencial: “Soldado como sois, transmitís el mando en este momento a un hombre civil. Si tenemos el mismo espíritu conservador, no somos camaradas ni correligionarios y hemos nacido en dos ilustres ciudades argentinas más distanciadas entre sí que muchas capitales de Europa”. En esta respuesta desdeñosa, Quintana componía su autorretrato: se había sentido siempre más próximo a Londres que a Tucumán. Su alusión al común espíritu conservador no era menos que transparente: comprendía perfectamente el íntimo sentido de la declinación del roquismo y su incorporación al “statu quo” de la oligarquía triunfal.

Del soldado de Pavón, la Guerra del Paraguay, Santa Rosa y la Conquista del Desierto al estanciero de “La Larga”. Lo que no pudieron las armas lo hizo la estancia. Continuaría su hijo el mismo camino de declinaciones que ahora se rubricaban con la traición a Pellegrini.

En su mensaje al Congreso, Quintana sería más concreto advirtiendo sobre el final de toda tentativa de economía nacional. Se imponía reducir los impuestos, ahorrar en los gastos públicos y renunciar a “ciertos excesos del proteccionismo aduanero”. El mismo autor agrega que se renunciaba a la orientación proteccionista que había sido una forma desde la presidencia de Avellaneda en 1875 y que a pesar de su moderación había permitido crear las industrias nacionales en el último cuarto de siglo de la influencia roquista. Quintana agregaría en el mensaje; “... corregir las tarifas de otras naciones y aplicarlas sobre avalúos de verdad... moderar la protección de industrias precarias si hemos de asegurar con ello la prosperidad de las industrias capitales”.

Menciona allí el autor "la traición a Pellegrini". Poco más arriba, hablando de la aparición del roquismo, había dicho Jauretche:

Pero en cambio el interior ha vencido a los portuarios y la federalización de Buenos Aires abre las perspectivas de una visión política nacional sustituyendo la exclusivamente porteña. Otro pensamiento económico que el vigente hasta ese momento acompaña a los vencedores.

Avellaneda, con la modificación de la Tarifa de Avalúos, parece volver a la política económica señalada por Rosas. Están los dos Hernández, Vicente López, Roque Sáenz Peña, Estanislao Zeballos, Nicasio Oroño, Carlos Pellegrini, Amando Alcorta, Lucio Mansilla, el mismo Roca.

Pellegrini sintetizará el pensamiento de esa generación: "No hay en el mundo un sólo estadista serio que sea librecambista en el sentido que aquí entienden esa teoría. Hoy todas las naciones son proteccionistas, y diré algo más: siempre lo han sido, y tienen fatalmente que serlo para mantener su importancia económica y política. El proteccionismo puede hacerle práctico de muchas maneras, de las cuales las leyes de Aduana son sólo una, aunque sin duda la más eficaz, la más generalizada y la más importante. Es necesario que en la República se trabaje y se produzca algo más que pasto"

En el plano de la inteligencia política las cosas han cambiado; la generación del 80 parece no estar arrodillada ante "los apóstoles del libre cambio", como Mitre (* *), ni creer en la ineptitud congénita de los argentinos como Sarmiento. Con Roca llegan al gobierno nacional, si no la "chusma incivil" que dijo el sanjuanino, la "gente decente", los principales de provincia cuyos intereses difieren de los portuarios.

Pero todo queda en vagos enunciados teóricos. Primero la lana, después la carne y los cereales, multiplican las cifras de la exportación; el roquismo, como tentativa de grandeza nacional, se desintegra en las pampas vencido por los títulos de propiedad que adquieren sus primates, ahora estancieros de la provincia.  

*   *   *

Para algunos, lo más grave del kirchnerismo es que fue, casi in toto, corrupto, corruptor, "chorro" y envilecedor. Y eso es parte de esa tara local de ponerlo todo bajo el signo del dinero. No estoy de acuerdo. Lo más grave del kirchnerismo fue el amañamiento de la historia argentina reciente, tanto como el peronismo que lleva en la sangre creó una historia propia que tenía su cumbre en "el General" y sus ideas. La venalidad y la codicia son mucho menores que esa manipulación.

Pero Javier Milei (y su gobierno) se parece a Cristina Fernández en ese mismo amañamiento y en esa misma manipulación de la historia, ahora con un signo opuesto. Ninguno de los dos hace nada nuevo.

Esa machacona voluntad política de darle al pueblo de la nación un destino falso haciéndolo brotar de una raíz falsa, es un pecado político inmenso.

Y los imbéciles de ambos lados tan contentos viendo como tironean del cuerpo de la patria hasta descuartizarlo, para después armar un monstruo que lleva el mismo nombre de Argentina, pero no es la Argentina. 

Estos imbéciles no sé si no son tan o más culpables que los perversos que conducen esa substitución infame.


 ______________

(*) Jauretche se refiere al trabajo de Jorge Abelardo Ramos: Revolución y contrarrevolución en la Argentina, 5 tomos, 1960; un ejemplo de mezcla de criterios marxistas en historiografía aunados al denominado "pensamiento nacional".

(**) "Cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y victoriosa campaña a recibir la larga y merecida ovación que el pueblo les consagre, podrá el comercio ver inscriptos en sus banderas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han postulado para mayor felicidad de los hombres”. Eso decía Bartolo Mitre, refiriéndose a la llegada de las tropas que habían participado de la masacre del pueblo paraguayo en la guerra. Una guerra que él mismo había impulsado. Otro apóstol del librecambismo, Sarmiento, decía coincidente: "La grandeza del Estado está en la pampa pastora, en las producciones del Norte y en el gran sistema de los ríos navegables cuya aorta es el Plata. Por otra parte, los españoles no somos ni industriales ni navegantes y la Europa nos proveerá por largos siglos de sus artefactos a cambio de nuestras materias primas”

Esas palabras de Mitre son un insulto y un deshonor para los soldados argentinos. ¿Combatir bajo la bandera del libre cambio, conducidos por los apóstoles del "libre mercado"? ¿Seguro que esas palabras no se las estaba diciendo Mitre en Londres a los soldados ingleses después de las batallas en las Islas Malvinas? Podría ser.

Javier Milei tal vez se las habría dicho. A los soldados ingleses, quiero decir. Y en Londres, claro. A él que le gusta tanto viajar por todas partes, no se hubiera perdido esa excursión para desparramar unas palabras de encomio a los apóstoles del libre cambio, orgulloso delante de Margaret Thatcher, of course, y viendo emocionado cómo flamea en lo alto the Union Jack, of course again.


_______________

Una versión digital de El medio pelo en la sociedad argentina.

_______________



martes, 18 de junio de 2024

¿Derecha 'furba', 'stronza' o 'naïf?





Hizo algo de ruido la operación Meloni para sacar la mención al aborto del documento de la última reunión del Grupo de los 7 mandamases, mención que sí se incluyó en anteriores documentos de esas reuniones.

La cuestión se planteó como un desafío también a Macron que viene de empujar la inclusión del aborto en la constitución francesa, inclusión que se sabe que la propia Le Pen favoreció con una propuesta y finalmente con su voto afirmativo.

En tierras pampas, la turba libertarioconservadora mileitavillarrueliana, exhibió como una heroína a Giorgia Meloni y, en una carambola partisana, dejo caer un poco de esa agua bendita sobre Milei, en esta ocasión partícipe secundario de la reunión globalista y comochancho con la Meloni.

Leí ayer un artículo de Antonio Socci en Libero, del 17 de junio pasado. Trae una argumentación extraña, según la cual lo que hoy es el PD y fuera el PC italiano, ha renegado de la posición de Enrico Berlinguer, máxima autoridad del PCI en los tiempos del '70, tiempos en los que se votó la ley del aborto en Italia, voto que el PCI militó en primera fila. 

Es tan alambicada y especiosa la argumentación de Socci para ponerle una aureola a Meloni, que llega a interpretar las palabras de Berlinguer con un aire que, cuando es menos, es naïf. A mi sabor, es simplemente mañoso.

Porque lo que dice la izquierda italiana de los '70  por boca de Berlinguer es que, simplificando: el aborto es malo, el aborto es un fracaso, no lo queremos, no lo aceptamos sino como un mal necesario. 

Pero. 

El propio Socci cita, por ejemplo, y como si fuera una clave de bóveda a favor de Meloni, palabras del líder comunista: "La ley es sólo un primer paso en el camino de la prevención y, consecuentemente, de la superación del aborto. La vida de la mujer, tanto como la del nascituro, será verdaderamente tutelada cuando se ponga por acto todo un complejo de leyes y de nuevas estructuras en todos los ámbitos de la vida social. Sólo una radical y nueva elección política y cultural podrá liberar progresivamente a la mujer de la necesidad de abortar y por eso mismo tutelar suficientemente la vida ya sea de la madre tanto como la del niño concebido..."

En la esquina del barrio, los muchachos llaman a eso que hace Socci "comerse el amague...". Y eso, digo otra vez, pensando bien de Antonio Socci. Porque el ilustrado periodista y escritor parece no advertir el sentido de las palabras comunistas cuando, astuta y sinuosamente, dicen aborrecer el aborto, aunque lo proponen, lo miltan y lo votan. Eso sí: hasta que venga la verdadera revolución cultural que, con un nuevo estado social y nuevas leyes, haga que ya no sea necesario que las mujeres aborten... porque se habrán liberado.

El esfuerzo de Socci por sostener la posición de Meloni, tirándole al PD de nuestros días con las palabras y las posiciones de la izquierda italiana de los '70, se me hace estúpido. Como suelen ser cada vez más estúpidas las apologéticas y las canonizaciones con las que las derechas liberales, libertarias y conservadoras se están enviciando. Y con las que están, ciegos que guían a ciegos, arrastrando a una manada de obnubilados.

Un detallito torpe, para terminar. Socci, al principio de su artículo, menciona al pasar la posición de Giorgia Meloni al comienzo de su mandato, cuando se definió en relación con la ley italiana 194 de fines de los '70, que es la que hace legal el aborto en la península. 

Refiere Socci que Meloni ha dicho en esa ocasión que ella no quería tocar la ley 194, esto es intentar abolirla, sino que pretendía hacerla cumplir íntegramente, incluyendo allí las partes que podrían ayudar a la mujer a tomar la decisión de no abortar.

No sé si son o se hacen. Pero, tomando el ejemplo reciente de Le Pen y trayendo las manifestaciones de Meloni ya en funciones, parece que, efectivamente, algo está podrido en la Europa de estas derechas.

Lejos, al sur, cruzando mares anchos y selvas inmensas y pampas infinitas, estas derechas, en su versión meridional, parece que no saben, no quieren o no pueden oler que su dizque batalla cultural spuzza.


_____________________




viernes, 14 de junio de 2024

Conversación




Ese día, GK amaneció agotado y su corazón deteriorado anunciaba las últimas horas. Le dieron la Extremaunción, y su amigo, el dominico Vincent McNabb, cantó junto a su cama la Salve, según el uso dominicano.
 
Cuando se retiró de su habitación, pasó junto al escritorio y, al ver la pluma con la que Gilbert escribía habitualmente, la tomó en sus manos y la besó. 

Era el 14 de junio de 1936.

*   *   *


El retrato que ven tiene, creo, unos 45 años. apenas mide 10 x 12 centímetros. Hecho en un papel cualquiera, lo usé durante bastante tiempo como señalador de sus obras. Con el tiempo, lo enmarqué para uso privado, siempre estuvo en mis cuevas.

Lo hice mientras leía alguna de sus novelas, creo que La esfera y la Cruz.
 
Y fue en esos días, porque por entonces empecé a hablar con GKCh más seriamente, a preguntarle más cosas, a oírlo con más atención. A entender mejor la constelación y la sinfonía de sus ideas. Una conversación interminable que dura todavía.

Uno conversa con muchos autores y por muchas razones. 

Pero cuando hay que hablar de cosas verdaderamente fundamentales, mi conversación es solamente con Chesterton y con Castellani. 

Como suele hacerse, debería decir que esas "amistades" son una gracia inmerecida. y haría bien en decirlo porque ciertamente lo son. 

Pero, a la vez, son tan espontáneas y naturales, me han hecho tanto desde adentro, han formado tanto de mis propias ideas y afectos, que creo que no puedo atribuirme ninguna de ellas y considerarla tan propia, que no sea algo que ellos no hayan inspirado, acompañado, corregido. Y si finalmente hay algún defecto en ellas, que hay y no son pocos, se cargan a la cuenta de un servidor. y será justicia. 

De ambos celebro y admiro el coraje y la caridad, porque en el mundo de la palabra ambas cosas existen. y vaya si existen...

Pero particularmente de Chesterton celebro y agradezco siempre su alegría honda y lúcida, su desborde de gratitud, su piedad reverente para con toda la obra del Creador. 

Y, por cierto, su esperanza en que al final triunfa, gloriosamente, Redención mediante, el propósito primero y último del Creador.



martes, 11 de junio de 2024

Planeta, patria... y "el palo" ( I I )




Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé...
, decía Discépolo hace 90 años y lo cantaba la Negra Olinda Bozán en el Teatro Maipo, el día de su estreno, a fines de 1934.

De modo que lo dicho en la nota anterior respecto del estado del planeta no solamente no varió, sino que promete nuevas calamidades. Una de ellas –que importa en las pampas– es que, precisamente, Javier Milei cree haber incidido él personalmente en el curso de la historia, a propósito de las elecciones para el parlamento de la UE y los avances de derechas de varios pelajes y con distintas gradaciones alcohólicas, según supuestas extremosidades o liberalidades de cada tribu. Lo patético es que hay un coro de ranas local que lo repite como un mantra glorioso.

Al fin y al cabo, qué pasa en Europa podría sintetizarse mal que bien en un asunto casi epitelial: Europa teme desaparecer en el sandwich geopolítico que le arman sus vecinos a levante y sus socios al poniente.

Pero eso seguirá su curso. Miremos y ya veremos.

Ahora toca atender al propio vecindario argentino.

Es difícil vaticinar dos cosas: qué deriva tomará la gestión del gobierno (si es que verdaderamente habrá alguna gestión...) y cuál será el destino del gobierno. Y aunque Javier Milei parece ilusionado con gobernar el mundo, lo cierto es que todavía le queda demostrar que puede gobernar la cocina de su casa. Como resultare esa prueba cuando suene la campana del final, lo que sí parece un hecho cierto es que le cuesta bastante gobernar sus pulsiones. 

Quienes lo atacan diciendo que su furibundia es un plan fríamente concebido y ejecutado, creo que se equivocan. Quienes lo defienden diciendo que muestra determinación y claridad en sus objetivos y en los caminos para alcanzarlos con firmeza y coherencia, creo que se equivocan igual, por lo menos igual si no más. Hasta ahora, las únicas respuestas que da a los problemas con los que se enfrenta o con los que lo enfrentan, es la puteada, el exabrupto, el enojo, la promesa de venganza, la defenestración, la amenaza. Una conducta psicótica y producto de su inconmensurable narcisismo que, viéndose contrariado, arremete contra lo que se le ha enfrentado real o supuestamente. Pero creo que por eso sus conductas son poco consistentes, especialmente cuando, antes de terminar de babear rabiosamente su puteada olímpica, manda a su mayordomo William Francos a pedir la escupidera de unos votos, de un mimo siquiera, al vecino de enfrente con el que estuvo cascoteándose hasta recién.

Hay algo extraño en esa conducta. Conjeturo alguna oscura insatisfacción raigal, alguna frustración, que por cierto no tiene relación con lo político, porque la naturaleza de lo político le es ajena. De dónde le viene es difícil de saber, aunque más que para un diagnóstico psiquiátrico, diría que es materia para un conocimiento más acabado de su vida personal y de relación.

 Alguna que otra explicación bizarra corre por los pasillos oscuros de ministerios, oficinas de información, cafés de encuentros "casuales", redacciones, oficinas de producción mediáticas, etc. (y etc. digo porque ya lo dice todo el mundo...). Pero es reconocida la prudencia hipócrita de políticos, funcionarios, opinólogos y periodistas que, con el tiempo a su favor, y ya caídos en desgracia el príncipe y su poder, cuentan "la verdadera historia" como si fuera un descubrimiento súbito o el producto de una investigación épica y arriesgada. Pamplinas hipócritas, insisto.

Suposiciones al margen, lo cierto es que, al mismo tiempo y por las mismas neuronas excitadas de Javier Milei, está corriendo su repetido análisis histórico que reparte los males y remedios históricos cada vez que tiene un micrófono adelante. Económicamente abstruso (y por ahora poco o nada eficaz, verdaderamente), ideológicamente confuso, además de pobre y lineal, Javier Milei dibuja interminablemente en una servilleta el triunfo cósmico del los libertarios redentores y del liberalismo y del mercado; y, en la otra punta (de la servilleta...), mamarrachea los monstruos rojillos del socialismo y del comunismo (es decir, de todos los que no le dan la razón y le lamen las botas libertarias), como si fueran personajes de una de terror de los viernes a la noche.

Una parte de ese discurso desquiciado y a medio cocer se oyó en la España de Sánchez, el PP y Abascal. Con lo que, con esto y otras apariciones en el vocabulario de campaña de las derechas, Milei se ha vuelto una especie de lugar común de la redención o de la condenación del planeta. Me parece "un montón", con expresión que queda bien decir hoy en el lenguaje de moda y bastardo. pero así se ve en los mentideros mediáticos y en los discursos planetarios. Lo dicho: "un montón..."

A mediados de mayo pasado, Juan Manuel de Prada decía en el ABC de Madrid: "Nada favorece tanto el ascenso de los demagogos, sin embargo, como estas machadas aberrantes de la derechita valiente", (El aberrante Milei, ABC, 19/05/2024).

Y creo que tiene razón. El politburó que encabeza Javier Milei en la Argentina es débil. Su apetito de muchedumbres que lo viven y acompañen debería tomar nota de que los politólogos griegos ya sabían hace 2.500 que las multitudes son tornadizas y femeninas en sus veleidades. Lo refrendó William Shakespeare en el acto III de su Julio César (1599), cuando en breve espacio opuso los discursos de Bruto y Marco Antonio en contra y a favor de César, ya muerto por los conspiradores. La masa vivó la justificación de Bruto, asesino, e inmediatamente, oyendo a Antonio, se enfervorizó con la venganza por la muerte de César y persiguió a Bruto para ajusticiarlo. Por lo demás, si es verdad que las muchedumbres son femeninas, Giuseppe Verdi corroboró en Rigoletto que "la donna è mobile qual pima al vento, muta d'accento e di pensiero... Sempre un amabile leggiadro viso, o in pianto o in riso è menzognero..."

Los argentinos –también muchedumbre cuando les toca...– van de decepción en decepción. Pero es verdad también que el sabor amargo y arenoso de la decepción puede ser –y suele ser en las pampas...– directamente proporcional a la ilusión mal fundada, a la expectativa nacida de razones viles o avariciosas. Esto ha pasado entre nosotros. Y pasa. Demagogos manipuladores con billetes falsos en mano, como el peronismo de los últimos gobiernos; prometedores de beneficios que seducen proclamando no defraudar y que al segundo estafan la esperanza esclavizando y empobreciendo, como el peronismo liberal de otros gobiernos; mentirosas lluvias de inversiones amarillas y pragmáticas que nunca llegan pero que ilusionan a los ávidos de mejores ganancias y de bienestar inarrugable y perpetuo, para vivir en un país que respete las reglas de juego, es decir otra vez, las ventajas del zorro libre en el gallinero libre. 

La Argentina: país del Plata y de...la plata, decía el padre Castellani. Los orígenes contrabandistas del Plata, esa admiración cholula por los ricos y poderosos del mundo, ese desprecio por el criollo austero o trabajador, ese usufructo infame del "cabecita negra" como una fuerza resentida. Hebras que se mezclan en el tejido del alma nacional y la envilecen. 

Y que, finalmente, explican el podio de Javier Milei. El podio al que también lo subieron los que, sin pudor, justifican el desprecio por lo que hasta hace 20 minutos pedían que fuera eterno (o eterna...).

Pero, tal y como se ve, Javier Milei le está haciendo a la patria el peor servicio: resucitar a los inmortales muertos vivos. Y a los vivos inmortales que apenas si resucitan porque sólo mudan de piel y nunca mueren.

No le echemos la culpa a Javier Milei y a su corte de los ¿milagros?

Él sólo representa a los que le dieron mandato. Cuando ellos se aburran de sus miserias (hablo de las de ellos, de las que Milei les haga padecer, no hablo de las miserias de Milei, de las que se olvidarán pronto...), buscarán un nuevo viejo capitán que tome el timón de una nave otra vez, cada vez, escorada y a la deriva.

Eso sí: habrá o no promesa de "batalla cultural", habrá o no promesa de "libertad para todos los argentinos", habrá o no habrá cualquiera de esas promesas que son patrañas encantapapanatas. En definitiva, al final, eso es lo de menos. 

Lo que parece que tiene que haber para que el nuevo pirata sea de pronto la nueva reina de la primavera, es, sí o sí, algo que suene a plata, venga de la mano de Adam Smith o del plan quinquenal de Stalin o de la justicia social (o lo que sea que Perón entendía por eso...). 




viernes, 7 de junio de 2024

La rehén militante

 




En agosto de 2004, dejé en la bitácora dos notas sobre un poema del guipuzcoano Gabriel Celaya, que está en su poemario Cantos Íberos, de 1955.

En primer lugar, las repito porque parte de eso se ha perdido, como el comentario que había anunciado, por ejemplo. Tuve que hacer uno nuevo y lo dejo al final.

Pero también porque viene a cuento ahora y –aunque puede ser inútil el empeño– porque creo que de todas maneras hay que volver sobre el asunto. Que Gabriel Celaya sea un autor "de izquierdas" no significa que lo que digo aquí no se aplique a otros que no lo son. Porque tomar a la Belleza y a la Poesía de rehén no es patrimonio de las izquierdas.

*   *   *   * 

( I )

Releí en estos días a un poeta que me gusta y no me gusta del todo.

Y ambas cosas, tal vez, por algunos versos de estos versos.

La poesía es una arma cargada de futuro

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.


Son del español Gabriel Celaya, y de la década del '50.

Alguna vez los oí cantados por Paco Ibáñez, en un disco grabado en vivo allá por la década del '70, cuando estaba de moda cantar poesía revolucionaria en el Olympia de París (pronúnciese Olimpiá, que queda mucho mejor...)

¿Se habrá enterado el 'pueblo' de estos esfuerzos de la cultura revolucionaria?

¿Traducirán algo tan 'popular', tan 'necesario' al 'pueblo'?

¿No será que hay que cambiar al 'pueblo' primero para que esta proclama lo proclame y en ella el 'pueblo' se sienta proclamado?

Pero, si primero hay que cambiar al 'pueblo' de tal manera que entienda y guste esta poesía escrita para el 'pueblo', ¿por qué hay que elegir necesariamente esta versión de 'pueblo'?

Por ahora solamente los copio. Pero estos versos –y el prólogo que el autor le escribe a su tomo Poesía Urgente– merecen algún comentario. Y no solamente preguntas (sí, sí... hasta yo me doy cuenta de que estas 'preguntas' bien pueden ser un comentario.)


*   *   *   *

( I I )

Del prólogo que Gabriel Celaya escribe a su propia antología Poesía Directa:

"...como toda etapa sólo en función de las que le precedieron adquiere su pleno sentido, diré sintéticamente que mis primeros pasos fueron los del surrealismo y que pasé después por una fase de prosaísmo existencial, como primer trámite para llegar a una poesía que, a una con otros compañeros de promoción, juzgué necesario escribir, en manifiesta reacción contra Juan Ramón Jiménez, para 'la inmensa mayoría'. En principio, apear el lenguaje, reivindicar lo humano contra lo precioso y hablar de lo que todo el mundo habla en la calle, sin hacer ascos y sin ponerse de puntillas, parecía suficiente. Pero no lo fue. Aunque uno no lo quisiera seguía siendo un minoritario. Y la buena acogida de la crítica en nada remediaba esto.

En 1951, cómo prólogo a una selección de poemas (...) escribí entre otras cosas 'la Poesía no es un fin en sí misma. La Poesía es un instrumento entre otros para transformar el mundo'. Lo dije con pleno conocimiento, pero en aquella época aún no me daba cuenta de todo lo que esto implicaba, aunque era evidente..."

Y un fragmento más, todavía...:

"El acceso a esa 'inmensa mayoría', sin la cual nuestra poesía no será nada, salvo bizantinismo, no puede lograrse con una revolución literaria. Los recursos técnicos, y en especial la posibilidad de hacer audibles y no sólo legibles, nuestros versos gracias a medios como el micro, el alta voz, la radio, etcétera, son sumamente importantes y están llamados a revolucionar una literatura que venimos concibiendo desde el Renacimiento bajo el signo de la imprenta, que es como decir de la lectura a solas. Pero hay algo aún más importante. Se trata del acceso a la Cultura de capaz sociales que hasta hace poco han vivido en estado de pura naturaleza, pero que ya empiezan a llamar sordamente pidiendo otra vida. Sólo en la medida en que el poeta sepa responder a esta demanda, logrará crear un público más vasto, y algo más que un público. Pero sería ilusorio confiar sólo en los recursos literarios. Para salvar la poesía, como para salvar cuanto somos, lo que hay que transformar es la sociedad. Y a esto debemos consagrarnos con todo y, por de pronto, si damos en poetas, con la poesía como arma cargada de futuro."


_______________________________________________________________________________


Hasta ahí lo de hace 20 años.

Vengamos a hoy con un comentario sobre esos apuntes.

Si uno va a decir algo que está mal decir, ¿debe decirlo lo mejor que pueda? Difícil asunto.

Mejor que no lo diga, de modo que no haga daño. ¿Y hace más daño si está mejor dicho? En realidad, por un lado sí. Por otro lado no. Se dirá que al menos no violenta el arte. Y en cierto sentido es verdad. 

Pero, ¿y si de ese modo encadena el arte a un propósito subalterno, y si ese propósito hace que el arte se prostituya para ser esclavo de una ideología y para peor torcida y hasta perversa? ¿Y si el arte pone su capacidad de sugestión, de persuasión y conmoción, bajo el yugo de una idea torcida y un fin errado? 

'La Poesía no es un fin en sí misma', dice Celaya. Y está equivocado. Porque lo él llama "un fin en sí misma" significa que para él el fin de la poesía es militar una idea y una acción, y que, fuera de eso, está maldita. Por él mismo, tal como lo dice en sus versos. Porque entiende que la poesía es una arma. 

'Lo que hay que cambiar (con la poesía como arma cargada de futuro) es la sociedad', dice. Pero la poesía no es una arma. Es exactamente lo opuesto. La poesía es canto y canto no sujeto al bien del que canta. Porque en el arte lo que que importa primero es un esplendor de aquello cantado. Un esplendor que el que canta percibe, que lo ilumina a él primero. Un esplendor que, captado, ilumina a quienes oyen el canto.

La poesía es, antes que cualquiera otra ulterioridad, una proclamación, no una proclama. Y esa proclamación está, antes que cualquier otra ulterioridad, al servicio de la belleza. Si eso se vuelve artificio mero, para que sea más eficaz la proclama, se vuelve un fraude. Se prostituye.

Ya Lenin decía a sus seguidores que cada cama debía ser una trinchera en la que se enterrara el amor. Y  sugería de ese modo que el mismo acto sexual debía volverse un acto revolucionario, la erosión de la imagen "burguesa" del amor. En el lecho debía morir el amor. Y la familia, claro. Todo en favor de la revolución, claro.

Pues Celaya dice algo análogo. La poesía es compromiso, dice. Y lo falso en su concepción es, por lo pronto, la razón de ser de ese compromiso y, también, aquello con lo que la poesía debe comprometerse.

Esa proletarización a la que empuja su 'poesía-herramienta', pide 'actos'. 

Pero la poesía es lo opuesto: es, antes que nada, contemplación. En el artífice, primero. Y en quien la recibe, después. Porque su fruto no es la acción: precisamente, es la contemplación.

Pero la mera y constante indignación dialéctica no puede celebrar: porque el caos es para esa indignación la matriz del mundo que la acción revolucionaria debe ordenar. La poesía será el instrumento que deberá poner los pies del hombre en el camino revolucionario de los indignados, será su respiración en la marcha, será la luz que guiará sus pasos en la noche de la historia caótica e injusta. Como las luciérnagas que los soldados del Vietcong llevaban en sus espaldas, para guiar a sus camaradas en sus marchas nocturnas por la selva indochina.

Entonces, será maldita la poesía de aquellos a quienes llama 'neutrales', pero eso se dice cuando se piensa que la contemplación es 'un adorno'. Porque debe tomarse 'partido hasta mancharse'. De otro modo, sin la mancha del compromiso social y político, el poeta estará manchado y su poesía estará maldita. Porque su única redención es la 'poesía para el pobre'. Un 'pobre' que debe ser la carne revolucionaria.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

Y sí: el poeta revolucionario y comprometido debe usar la 'técnica' porque debe calcular qué puede hacer para 'provocar nuevos actos'. 'Ingeniero del verso', 'obrero' que debe 'trabajar' la sociedad en la que vive para ofrecerle un orden nuevo, a punta de poesía, que será, debe ser, el 'arma cargada de futuro expansivo' con que le 'apunte al pecho'.

Y el artífice poeta será artífice de un mundo nuevo colectivo, del que él mismo es creador 'dando vida', y también profeta del futuro y hasta redentor, haciendo suyas sus faltas, sintiendo en sí a cuantos sufren.

Así, entonces, la poesía está llamada –y conminada– a ser la seductora de los que deben subirse a la marcha comprometida, la que los mueva y les insufle rabia y vigor para que sean parte de 'lo unánime y ciego', engranajes del motor de la historia que fatalmente ocurrirá con la lucha de los indignados.

Hebras de verdades rengas, reflejos rutilantes en imágenes potentes. Claro que de eso hay en estos versos de Celaya. Y muchos de sus versos son 'buenos versos' y su arte no es pobre y tiene recursos.

Con lo que volvemos a aquello de que si uno va a decir algo que está mal decir, ¿debe decirlo lo mejor que pueda?

Y vuelvo a decir que, en algún sentido, sí. 

Al menos en el sentido de que, si hay que enfrentarlo, es mejor enemigo el enemigo que conoce el arte de la guerra. Hasta es más digna la victoria sobre quien sabe pelear. Porque lo que está mal escrito, lo que es un refrito de lugares comunes efectistas, se queda en la puerta de cualquier discusión, del lado de afuera.

Y por eso, la canción testimonial que Paco Ibañez hizo con estos versos y que testimonialmente también cantó Joan Manuel Serrat –ambos para dar fe de su compromiso, porque los '70 eran tiempos para exhibirse comprometido–, es con mucho un oponente más digno que, por traerlo a las pampas, una canción 'comprometida' de León Gieco, o de Víctor Heredia, o de Ignacio Copani, o de Teresa Parodi.

Calidades aparte, Celaya y todos ellos, sin embargo, llevan sobre sus hombros el peso de una prostituida rehén militante: la poesía, tal como la usan y para lo que la usan.





miércoles, 5 de junio de 2024

Tontos




Hace más de 20 años que debería haber hecho este pequeño trabajo y no sé por qué no lo hice antes.

Y tampoco sé por qué ahora se me dio por atacarlo. O sí sé pero explicarlo no vale mucho la pena.

En 2002, el Profesor Jean Lauand de la Universidad de San Pablo, en Brasil, publicó en Madrid un ensayo que siempre me pareció simpático y oportuno: La tontería y los tontos en el análisis de Tomás de Aquino (CIC. Cuadernos de Información y Comunicación, número 007 - Universidad Complutense de Madrid, España pp. 37-43).

Todas las citas, como trabajo académico que es, están en latín. Y eso le dificulta a un público más general la lectura de esas menos de 10 páginas, muy aprovechables, diría. 

De modo que llegó el tiempo de hacer el trabajucho de traducir las citas y poner a disposición esta versión que dejo aquí del valioso trabajo de Lauand, sin violentar en nada el escrito, salvo por el agregado de una modesta y benévola colaboración de un servidor. Me tendrá que disculpar el autor.

Siempre será útil saber algo más sobre la estupidez de los hombres, respecto de las cosas de este mundo y de las cosas del Reino. Siempre. Y aunque no hay tiempo en que pueda decirse "en estos días más que en otros", lo cierto es que a mi juicio es más útil "en estos días más que en otros". 

______________________

El artículo original del Prof. Lauand: La tontería y los tontos en el análisis de Tomás de Aquino.

El artículo con traducción de las citas: La tontería y los tontos en el análisis de Tomás de Aquino (con traducciones).

______________________