Un milagro de piedra me acompaña;
y hay un ofrenda entre la nieve pura
de un bosque claro con su sombra oscura,
abrazado a los pies de la montaña.
Te llamo con la voz tibia que empaña
ese cristal del aire. Tu figura,
libre en la peña helada y en su altura,
parece que me sueña y que me extraña.
Entonces llega el sol quebrando el hielo
y vuelve el hielo en agua trasparente
y el agua clara espeja todo el cielo.
Siento la mano de tu amor sonriente
correr un velo gris, muy suavemente,
y hallar mi corazón detrás del velo.