viernes, 8 de octubre de 2010

Aria

Para B., que sabe.


En la rama imposible de su altura,
solo de luz y de dulzura solo,
se mece el trazo gris de su figura
y canta un triste rítmico el chingolo.

La tarde liba trinos por la altura
y a solas queda con la noche. Sólo
suena un son invisible y se figura
uno un tenor y el aria de un chingolo.

Ya pasó la torcaza, ya en la altura
del sauce fue buscando la figura
del canto quieto que adivina solo.

La noche tiembla estrellas en su altura
y envuelve en plumas pardas la figura
punzante, triste y dulce del chingolo.