Y el niño extiende lontananzas,
para que no le falte cielo.
Del niño y un pájaro.
Odas para el hombre y la mujer
Leopoldo Marechal
No mires a la muerte cara a cara
como si fuera tu mansión futura:
la muerte es el pasado, me decías
ya feliz en tu huerto de manzanas.
No llames a la muerte, ni en su nombre
te vistas con ropajes duraderos:
la muerte es el instante, me explicabas
junto a un arroyo melodioso y manso.
No vayas a la muerte, si ella pasa
descúbrete cortés, no la desdigas:
tiene aires de umbral, de surco fértil,
déjala andar sus pasos indecisos:
vendrás por ella al fin, me entusiasmabas
ya joven para siempre y sin tristeza.