miércoles, 13 de octubre de 2010

Vida

Y el niño extiende lontananzas,
para que no le falte cielo.

Del niño y un pájaro.

Odas para el hombre y la mujer

Leopoldo Marechal



No mires a la muerte cara a cara
como si fuera tu mansión futura:
la muerte es el pasado,
me decías
ya feliz en tu huerto de manzanas.
No llames a la muerte, ni en su nombre
te vistas con ropajes duraderos:
la muerte es el instante,
me explicabas
junto a un arroyo melodioso y manso.
No vayas a la muerte, si ella pasa
descúbrete cortés, no la desdigas:
tiene aires de umbral, de surco fértil,
déjala andar sus pasos indecisos:
vendrás por ella al fin,
me entusiasmabas
ya joven para siempre y sin tristeza.