No digo nada inédito si digo que es importante. Y muy importante.
Preguntarse cómo lo concebido por el entendimiento, el significado, llega a -y se materializa en- un sonido, para transformarse en una voz significativa, en una palabra, es como preguntarse por la Encarnación del Verbo.
Insisto: esto no es ninguna cuestión novedosa. Aunque sigue siendo clave.
Lo menos que puede esperarse de un Dios es que sea consistente, al fin y al cabo. Que vea armónica, sinfónica y "hierárquicamente" todo lo que existe, todo lo real. Todo.
Y que obre en consecuencia.
Podrá ser complicado para nosotros. Y, todavía más y mejor: misterioso.
Pero, está claro que no somos Dios.