sábado, 12 de noviembre de 2005

Amordaça o coraçao

Muy interesante.

La canción es muy bonita, ya lo dije. La oí varias veces.

Pero.

Veamos.
ver

Os amantes infelizes
Deveriam ter coragem
Para mudar de caminho.

P'lo amor damos a alma,
Damos corpo, damos tudo,
Até cansarnos na jornada.
Mas quando a vida se acaba,
O que era amor é saudade
E a vida já não é nada.

Se estás a tempo, recua,
Amordaça o coraçao,
Mata o passado e sorri.
Mas se não estás, continua.

Miren por dónde. Una muestra de ars amandi. Ni más ni menos.

Y es la madre la que le dice a su hija lo que le pasa y lo que tiene que hacer con lo que le pasa.

Los amantes infelices deberían tener coraje para mudar de camino.
Eso está muy bien.

Por el amor damos el alma, damos el cuerpo, damos todo. Hasta extenuarnos.
Eso también está bien. Y si es verdad, mejor. Es una buena medida del amor, para quien ama, amar siempre y amar con todo. Bien. Muy bien.

Pero cuando acaba la vida, lo que era amor se vuelve solo nostalgia, tristeza. Y la vida ya no es nada
Ah, no. Eso no, señora. Eso no es así. En todo caso, eso es así según haya sido su amor. Si acaso eso que sentía su hija era amor. Pero no le diga a su hija eso. Por infeliz que ella sea. Por infeliz que esté. Tal vez su hija no ame a alguien sin más, sino que tal vez su hija sea la amante de alguien, digamos la otra de alguno, y esté llorando por él (que es lo que parece aquí...) Pero eso ya es es otra cosa, ¿me entiende?

Fíjese que usted, incluso si el caso es ése, venía de lo más bien:
Os amantes infelizes
Deveriam ter coragem
Para mudar de caminho.
Pero no diga eso otro que dijo del amor, señora. ¿Cómo que pasa la vida sin ese amor y que la vida entonces ya no es nada? No diga eso del buen amor, señora. Porque del amor eso no es verdad.

Porque, entonces, no sé qué quiere decir
Se estás a tempo, recua,
Amordaça o coraçao,
Mata o passado e sorri.
Mas se não estás, continua.
Mire, le voy a decir: me gustó eso de 'amordaza el corazón', y todavía más: 'si estás a tiempo recula, detente, vuélvete, échate pa'atrás...'

Eso sí que es un buen consejo.

Ahora que eso de 'pero si no estás a tiempo... '

Dígale sí, en todo caso, a su hija que si su amor es intínsecamente infeliz, porque no es buen amor, que recule. Que deveria ter coragem para mudar de caminho...

Porque, de todos modos, dar la vuelta tiene que dar la vuelta, y eso porque está destrozando algo más que su corazón o su vida u otras vidas, ¿sabe?

Está destrozando el mundo, fíjese lo que le digo.

Usted debe haber leído el libro del Eclesiástico, por decirle algo. Y si no, (aunque está también hasta en el Quijote) fíjese allí en los capítulos 25 ó 26...

Pero si no quiere no se fije nada. De todas maneras, una buena madre no puede decirle a su hija
Mas se não estás, continua.
No porque no sea un buen consejo solamente. Lo que pasa es que no es verdad.

Siempre -oiga bien, señora: siempre- una amante infeliz está a tiempo para mudar caminho, siempre está a tiempo para amordazar el corazón. Tal vez no pueda matar o passado, y tal vez no pueda sonreír.

De acuerdo.

Pero mudar camino y amordazar el corazón, eso sí que sí.

Y sobre todo amordazar el corazón, si se entiende bien lo que digo.

Y más si -y sobre todo porque- es mujer, señora.

Me extraña. Usted debería saber eso.

Déjeme que le diga una sola cosa: lo propio de la mujer es callar. Y si es amor, más. Y no le cuento nada si llegara a ser ese amor... infeliz, que el adjetivo ya dice solito de qué amor se trata.

La mujer está hecha para eso, señora. Está hecha así, más que para cualquier otra cosa.

Es el gran cofre humano de los tesoros humanos y del dolor humano y de la felicidad humana.

Pero es el gran cofre.

Hecha para guardar, desde el principio.

Y para guardar las cosas en su corazón.

Toda mujer. Siempre.

Pero mucho más su hija, señora.

Déjela llorar. En silencio. Déjela. Las lágrimas lavan por dentro. Hacen bien.

Déjela que amordace el corazón.

Y nada de si ya no estás a tiempo, continúa. Nada de eso, señora. Si no, señora, vamos a andar mal.

Le regalo una profecía barata: si ella continúa, si por capricho, por pasión, si hasta de puro mala, ella se dice a sí misma que ya no está a tiempo de parar y que va a continuar, no sé si lo va a conseguir a él. Eso no se sabe y lo mejor sería que no lo consiguiera nada.

Pero sí sé que se destruirá el mundo. Y ella y él -y usted- con el mundo, al final.

Y ahí sí que lloran todos.

Llorará usted (la primera si es buena madre, y cómo...), llorará él (sea quien fuere), llorará su hija (y sobre todo por no callar, y por no poder dejar de hablar y no guardar las cosas en su corazón, más que lo que vaya a llorar por él...)


Y, ¿sabe qué?: hasta yo, señora. Hasta yo.