martes, 27 de julio de 2004

"¡Oh el dinero, el gran ideal nacional de los argentinos! Hacer mucho dinero rápidamente y por cualquier medio es la Manzana de la Vida: la Serpiente no necesita aquí gastarse mucho. Pero por lo mismo donde pecan, por ahí perecen. De mentiroso a ladrón no hay más que un paso; y de eso a todos los otros vicios, e incluso crímenes, medio paso (...) 'Criadores de vacas y cazadores de pesos', ya nos llamó Unamuno (...) Es para llorar el espectáculo que presenta el país, mirado espiritualmen­te. El liberalismo ha suministrado a la pobre gente  --no a toda, sino a la que no ama bastante la verdad--  una religión y una moral de repuesto, sustitutivas de las verdaderas; un simulacro vano de las cosas, envuelto a veces en palabras sacras.
¡Qué es ver tanto pobre diablo haciendo de un partido un Absoluto y poniendo su salvación en un nombre que no es el de Cristo -aun cuando a veces el nombre de Cristo está allí también, de adorno o de señuelo-! Se pagan de palabras vacías, vomitan fórmulas bombásticas, se enardecen por ideales utópicos, arreglan la nación o el mundo con cuatro arbitrios pueriles, engullen como dogmas o como hechos las mentiras de los diarios; y discuten, pelean, se denigran o se aborrecen de balde, por cosas más vanas que el humo... Una vida artificial, discorde con la realidad, les devora la vida (...) El hombre que no adora a Dios adora por fuerza otra cosa, dijo Tomás de Aquino; y en primer lugar al Estado, que es la obra más grande de las manos del hombre; pero...'no adorarás la obra de tus manos'."
 
Leonardo Castellani dice esto en un artículo de 1957, Una religión y una moral de repuesto, que salió en la revista Dinámica Social primero y después en su libro Cristo, ¿vuelve o no vuelve?

Podría arrancar aquí con una catilinaria, pero prefiero recordar estos días políticos y mediáticos (en todas las combinaciones de estas dos palabras), con un homenaje y una cita.


"Son las siete menos siete, faltan siete para las siete..."


El chascarrillo inocente es del payaso Firulete (murió en estos días a los 81 años y su nombre verdadero no importa nada porque era Firulete y ya está...).

Pero, por trivial que parezca, y además de significar una firme ubicación temporal (y aritmética), la del simpático payaso creo que es la fórmula más redonda, sensata y verdadera que corrió por las tapas de los diarios y las pantallas de televisión y las bocinas de las radios en estos días cálidos de este invierno mistongo.