sábado, 20 de diciembre de 2003

La Conciencia

El hombre siempre habla del daño que le han hecho,
lo cuenta, lo recuerda con desesperación,
él tuvo un mal cariño, que desangró su pecho,
él tuvo un mal amigo, que lo vendió a traición.
El hombre siempre olvida el mal que ha realizado,
las pena que ha causado, el bien que recibió,
él grita la injusticia como desesperado,
para decirle al mundo su propia culpa: ¡No!

¡Conciencia...!
La conciencia es la que dicta,
la que manda, la que grita,
la que dice la verdad.
¡Conciencia...!
Lo demás sólo es palabra,
cuando la conciencia habla,
es mentira lo demás.
La palabra es un disfraz
para que las almas "puras"
muestren siempre sus ternuras,
pero su infamia jamás.

Frente a ella, me declaro un pecador eterno,
porque pedí más veces amor de lo que di,
porque sentí cansancio de estar junto al enfermo,
que cuando yo lo estuve no se cansó de mí.
Porque frente al peligro, pensé salvar mi vida,
la hora de esta vida que Dios me regaló,
y, frente a los heridos, me contemplé mi herida,
como si lo importante del mundo fuera yo.




Es una rareza.

¿Almafuerte? ¿Constancio C. Vigil? ¿José Ingenieros? No.

Ya querrían los profetas laicos una pequeña dosis de esto...
Pero, difícil la consigan.


Esto es un tango. De 1957.
Letra: Manuel "Manolo" Barros
Música: Emilio Balcarce

Parece que lo grabó en junio de ese año Osvaldo Pugliese con la voz de Miguel Montero. Y, según dicen, no hay otro registro.



Tengo que decir algo más sobre lo que dice esta letra. Otro día, quizá.

Por ahora, baste con decir que o leyó a Kierkegaard ("la subjetividad es la verdad") o a San Agustín ("no vayas afuera, en el interior del hombre habita la verdad"), por poner dos, porque hay más en esta línea; o Kierkegaard y San Agustín, y todos los demás no han dicho sino lo que es, tal como es (entendiendo, claro está, lo que dijeron tal y como lo dijeron).


Pero además -y ahora sí basta-, no es la mera introspección.


En la primera estrofa nos lleva hacia adentro, el estribillo es la bisagra cuyo quicio es la conciencia y en la segunda estrofa nos lleva hacia afuera.



No sé nada de "Manolo" Barros. Pero aquí hay un tratado entero de filosofía (y algo más). Bien por él.