viernes, 13 de septiembre de 2024

Presencia


Estás a esa distancia que parece
la eternidad fugaz de cada instante,
o esa ansiedad sin tiempo del amante
que en la presencia de la amada crece.

Estás entre la niebla trashumante
de cada día gris, cuando atardece;
y en un canto zorzal que se entristece
y, con él, mi mirada consonante.

Pero estás, y tu ausencia ya no existe. 
Y estás porque yo estoy siempre contigo.
Estás, y porque estás, te pertenezco.

Y así es que la tristeza de lo triste
me manda ser feliz como castigo
y obliga a una alegría que obedezco.


miércoles, 11 de septiembre de 2024

Visita en la noche

 

Sol de marfil que vino hasta tu frente
y ocultó lo bruñido de su brillo
por no opacar tu resplandor sencillo,
y hecho tibieza por no ser ardiente.

Luna de oliva y redondez de anillo
de plata o peltre oscuro, suavemente
deja una estela gris como relente
que filtran los vaivenes del visillo.

Estrellas sigilosas van saliendo
por el foro del cielo y en puntillas,
tras bambalinas verdes de unos pinos.

Grillos en tierna sucesión cubriendo,
entre jazmines y entre campanillas,
los silenciosos pasos clandestinos.


martes, 10 de septiembre de 2024

De una felicidad desconocida


Ser apenas el pie y no la huella,
seguir la traza que dejó ese paso
nuevo: bifurcación y otro destino,
la nueva dirección, el dulce pórtico...

Ser un día del todo gobernado,
obediente a ese mando que obedece
a nuestro corazón en sinfonía
y nos sirve a la vez que nos gobierna.

Ser casa nueva y ser el habitante
de un universo cálido y sabroso
donde las manos tientan la mirada.

Ser todo piel y espíritu que, etéreo,
se impregna sin estruendos ni murmullos
de una felicidad desconocida. 


lunes, 9 de septiembre de 2024

Flores de olivo


Este milagro de la flor de olivo
tiñó el aire de miel y está mi frente
con un afán de flor tan excesivo
que ya soy como olivo. Es la vertiente

del río verde, manso y atractivo.
Olivares de plata en su corriente,
suaves olivas con las que convivo
y que impregnan mis manos suavemente.

Porque al llegar al sitio que has dejado
todo de olivos, todo a tu cuidado,
se aroma el valle en gris bajo la luna

que con rayos felices ha regado
el verde del olivo y la aceituna
en esos ojos con que soy mirado.


sábado, 7 de septiembre de 2024

El instante


La gloria de este día es esa gloria
de haber llegado al fin. Ser en la cumbre
el habitante solo. Y la alegría
de pasar de la piedra a las alturas.

Porque es glorioso el día que nos llega,
con los ojos llagados de distancia,
ya con el cielo apenas como un techo
infinito y azul sobre la frente.

Este día se goza y se deleita:
parece que celebra la jornada
en que los pies desdeñan los umbrales

de toda cosa que se pierde abajo.
Y nos queda el instante, libre, agudo,
donde la vida brota sin pasado.


viernes, 6 de septiembre de 2024

Mujer de los olivos


Andar por esta paz de los olivos
bajo sus claridades silenciosas;
andar a tientas y, entre tantas cosas,
desordenadamente pensativos.

Andar a pies descalzos asombrosas
sendas de arena. Ser esos cautivos
presos uno del otro y, sin motivos,
decirnos las palabras amorosas.

Andar sin sombras, tiernos y furtivos,
las manos juntas, claras, generosas
en sus juegos de amar inofensivos.

Andar y andar y oír las mariposas,
tus risas como brisas deliciosas
que encienden esta paz de los olivos.


El parto de los montes (III): El gato y el ratón





Es comprensible que a los ratones el asunto no les haga mucha gracia. Pero si es así, es así.

Donde hay ratones, lo más seguro es que haya gatos. Es instinto. En cuanto los gatos huelen ratones, salen de caza.

Y los gatos salieron de caza porque olieron ratones. Al principio creyeron que eran "grandes felinos" (o hicieron que creían que lo eran...), hasta que los ratones tuvieron que sacarse el disfraz, sacarse la cabezota con melena de león, limarse los dientes de tigre, hacerse la manicure en las garras postizas y acostumbrarse a ir dejando de rugir. Pero los gatos empezaron a darse cuenta de que un ratón es un ratón. Y no hay metamorfosis para eso.

Los ratones podrán ser astutos, pero los gatos no se fijan en eso. Lo llevan en las venas: cazan ratones. Y no son tontos tampoco, también son astutos. Y silenciosos, pacientemente silenciosos.

Ahora bien.

Que los libertarios son como si dijéramos ratones, es un hecho (es curioso, en otro sentido, que además de "cuatro gatos locos...", luzcan como unos pelagatos y hasta unos "gatos"...).

Entonces. Volvamos.

Hay ratones. Pero la cuestión es ¿quién cazará a los ratones? ¿Quién es el gato que los cazará? ¿Será uno solo? ¿Serán Don Gato y su Pandilla

Repasemos.

Está Mauricio Macri, que les tiene un hambre notable a los ratones. Muestra un acecho paciente, cada tanto gruñe un poco, un poco ronronea. Podría ser él (y su pandilla). Es de los que comen frío el plato de la vendetta.

Está el peronismo ("los peronismos", hay que decir: porque está visto que cada peronista es muchos modos de peronismo... a la vez, incluso). Puro, virgen, extravirgen o "blend", tanto da. Cristina Fernández, Pichetto, Massa, Firmenich, Moreno, Randazzo, Quintela, Kiciloff, et ainsi de suite... Porque, attenti: hasta Patricia Bullrich es una peronista "teñida", por decir algo. Y no me apuren que lo pongo a Eduardo Duhalde, a Sergio Berni y hasta a... Alberto Fernández. Están seguros de que son gatos. Y están seguros de que los que no son gatos, son ratones. Y están seguros de que ellos son los únicos gatos que comen ratones.

Están los radicales, sí. Pero de habitual son "gatas de compañía" siempre, para decirlo rápido. Cuentan (mientras cuentan...), hasta que ya no los tienen en cuenta.

Está la izquierda. Pero con los gatos salvajes es difícil saber. En estas pampas, al menos. Están para el desmán y el maullido rabioso. A veces se asocian con otros o se mandan solos y toman unas baldosas de la vereda (para no exagerar y decir que "toman la calle"...); también les gusta la gimnasia revolucionaria, más que el dulce de leche. El problema con eso es que entrenan y entrenan, pero la medallas se las llevan otros. En estas pampas, al menos. Les hicieron el favor más de una vez a las botas. Son como esos que decía Chesterton: asaltan el Olimpo, como los Titanes, y no llegan al cielo, pero dejan a su paso tierra arrasada. Mientras tanto, su "cultura" prospera y muchos que no son de izquierda se tragan esas viandas como si fueran nutritivas.

(Pero, no nos olvidemos de que también "las derechas" se tragan sapos sin saber de dónde vienen y adónde van. No es patrimonio del progre por disciplina o por pánico al mundo y al discurso prestigioso. Si no me creen, miren las apostasías de los derechosos quemando incienso en el altar de Javier Milei y de Victoria Villarruel...)

Y ya que se mentó (en voz baja) a la vicepresidenta, hay que anotarla en la lista de los cazadores felinos. No es exactamente ella, claro, que no es jefa de nada: serán los que la auparon a ese lugar que ocupa (empujando desde abajo, pero más que nada levantando desde "arriba").

Y está la Iglesia, no se asombren ni se pongan nerviosos, que ya estamos grandes. La de este cuarto de hora de la historia, por ejemplo. Ríanse de la SIDE. Si quieren conocer operadores omnipresentes, silenciosos y felinos como gatos, si quieren "inteligencia" planetaria en todo rincón del orbe, miren para ese lado también.

Claro que no hay solamente gatos pampas. Muchos de ellos son apenas el apéndice de arrabales más "pesados",  a la izquierda, al centro y a la derecha; felinos de número de otras pandillas de gatos más gordos y potentes, que casi ni saben bien quién es el "Don Gato" que los manda. Gatos con más poder, más astucia, más paciencia. Muchos de los cuales ni siquiera comen ratones, pero que tienen igual el instinto de cazarlos, porque sí, porque les conviene o por lo que quieran.

¿Y los gatos anónimos? ¿Los gatos de la calle? ¿Los gatos comunes?

Qué puedo decirles. Muchos (una mayoría que vaga, populosa y desangelada, por las calles...) se acostumbraron y, domesticados, comen comidas enlatadas "con sabor a pollo, carne o pescado". Pero que el instinto lo tienen, lo tienen. Claro que se acuerdan de eso cuando faltan las latas "con sabor a pollo, carne o pescado". Una pena. Esos gatos pierden bastante de su dignidad: no están hechos para comer latas y hacer "sus cosas" en una camita de plástico con piedritas blancas. Pero ahí están, los pobres.

¿Y los ratones?

Por raro que parezca, los ratones se defienden como "gato entre la leña"

¿Zafarán?

No sé eso. 

Sé que son ratones, no gatos. 

Y que los gatos cazan ratones.

Y que los ratones no cazan gatos.



jueves, 5 de septiembre de 2024

Hermandad


Separados de todos, siempre aparte, 
junto al río imparable de los hombres,
hechos uno con ellos, pero lejos, 
íntimamente solos, y entre muchos.

Siempre una misma voz entre mil voces.
Un solo verbo, pero nunca solo.
Una unidad plural entre unidades:
cuando decimos uno siempre es dos.

Y esa hermandad y ese vivir hermanos, 
siempre asidos al brazo de una luz
y a un silencio de fuego que nos lleva.

Y esa hermandad amante de lo amado,
fecunda en su alegría y tan fecunda
que en nuestro corazón ya parió un hijo.


miércoles, 4 de septiembre de 2024

Tu número de rosa


Tu número de rosa, galanura
que despierta misterios en mi mano
y se vuelve raíz en mis entrañas,
tiene cifras de amor innumerables.

Inútilmente cuento cada pétalo,
rojos de día y por las noches rojos,
hasta que viene en andas del olvido
y me canta la voz que me serena.

Áureo en tu perfección y en tu estatura,
tu número feliz, cuando me mide,
me vuelve inmenso y tierno como un niño.

Flor de una rara forma de aritmética,
que sumándose a mí me multiplica,
sin restarme jamás ni dividirme.


martes, 3 de septiembre de 2024

Soledad de la hiedra


Como la hiedra triste sobre el muro
es la más sola soledad y entera.
Recela su pesar la primavera
viendo nacer su brote verde puro.

Soledad de esperanza y el conjuro
del tiempo solo con que sola espera.
Tan cerca la distancia verdadera,
tan luminoso su dolor oscuro.

Milagro del silencio que abandona
la perla de una voz que al aire engaña,
pues apenas nombrando ya evanesce.

Hiedra en el aire que en el muro entona
melancolías de alegría extraña,
mientras la primavera en ella crece.


domingo, 1 de septiembre de 2024

Marinero de mar


Supe que el corazón acorazado,
con argucias y mañas de velero,
luce como pastor y es marinero
y celebra su tiempo navegado.

Conocí que no hay mar que haya esquivado
y que de cada puerto pasajero
hizo su habitación y abrevadero.
Y que, apenas llegar, ya eran pasado.

Noté que con su empaque de crucero,
su gracia bergantín, su ardor botero,
timonea feliz el rumbo andado.

Y al fin he visto que su afán gaviero
es ser la vela, el viento enamorado,
y ser el propio mar y ser viajero.