domingo, 15 de octubre de 2006

Yo para ti, si tú, para mi ruina...

Miguel Hernández, en una colección de poemas del período 1933-1934, tiene un notable Cántico - corporal.

Por título, alusiones y cierta arquitectura lírica (más interior que exterior y, paradojalmente, más ascética que mística), dicen algunos hispanistas de nota que bordea a cierta distancia la lírica de santa Teresa de Ávila. No lo sé. Y me da, en todo caso, que no tanto. Creo que no le pediría tantas similitudes. Aunque creo también que quien puede -ver y- expresar de este modo, tiene cómo -ver y- expresar otras realidades más subidas.

ver

Cántico - corporal
(Yo, en busca de mi alma)

Vivo yo, pero yo no vivo entero.
De mis ojos ausente,
careciendo de ti, vivo que muero1,
canario adoleciente,
canto y estoy más pálido que un diente.

Te veo en todo lado y no te encuentro,
y no me encuentro en nada;
te llevo dentro, y no, me llevo dentro,
¡ay! vida mutilada,
yo, en mi mitad, ¡oh Bienenamorada!

Mi amor, a quien agrega fortaleza
la soledad del huerto,
seco de sed por ti, sufre y bosteza,
y sigue en su desierto
por no caer de tentaciones muerto.

Soy llama con ardor de ser ceniza.
Sola abundantemente,
esta porción de ti, la tiraniza
-¡oh qué guerra frecuente!-
mi pupila, tormento de mi frente.

Le falta la merced de tu asistencia
a mi amor exprofeso.
Tengo en estos rosales la presencia
y esencia de tu beso,
en tanto grado puro, en ¡tanto! ileso.

Codicioso de ti, me estoy robando,
me aplico poco al suelo;
me dedico a los dos de cuando en cuando,
a tu imagen apelo
siempre, siempre presente y siempre en celo.

Yo ya no soy: yo soy mi anatomía.
¿Por qué? de mí desistes,
peligro de mis venas, alma mía...
¡Ay!, la flor de los tristes
va a dieta de amor como de alpistes.

Desamparado el cuerpo, en desaseo,
sobre el amor en paro2,
soy mi verdugo y juez, y más mi reo,
mi tempestad y faro;
tú, mi ejemplar virtud, mi vicio caro.

Me levanto de mí cuando me acuesto
gimiendo mis heridas,
infeccionado todo tu gesto3,
de tus gratas manidas,
gracias comunicables y queridas.

¿Y tu boca?, reparo de la mía,
¡ay! bello mal que cura;
¡ay! alta nata de mi pastoría,
¡ay! majada segura
y oveja de mi boca, si pastura.

Esparcida por todos los lugares,
en ellos te deseo.
Sigo tus huellas, flores de azahares,
te silbo y te zureo,
y con todas las cosas me peleo4.

Patria de mis suspiros y mi empeño,
celeste femenina;
vuelve la hermosa página del ceño
que cielos contamina.
Yo para ti, si tú, para mi ruina5.


El caso es que publico estos versos porque me son queridos y tan entrañables.

Pero.

Al volver a leerlos, una vez y otra vez, también me doy cuenta de que con ellos y de ellos puede hacerse una especie de Summa Amantis.

Porque creo que conozco gentes así, de este mismo talante. Capaces de fundir en un solo trazo amores distintos como en reverbero. Amores que hacen el efecto de una piedra al agua con la onda inicial que encrespa otras ondas, lejanas del epicentro. Conozco gentes que aman así. A veces yendo y viniendo por las mismas ondas de su amor mayor y primero, tanto de afuera hacia el centro, con pasión centrípeta, como de adentro hacia afuera, con amor centrífugo y más alto.

Hay veces, creo, que los he visto amar.

Y he visto cómo se desasen con ese dolor feliz del Amante. Y he visto cómo se aferran, con la nostalgia insufrible del Amado. Ir y venir.

Como creo también que hubo veces en las que los he visto amar en una quietud beatífica, sin ascesis alguna a la vista (con la procesión por dentro, tal vez...), meciéndose -como hace el mar con la barca a veces- quietos en un lugar, activos pero inmóviles, potentes y serenos, silenciosos y estentóreos.

Como el mar.





---------

Tengo dos versiones de este poema. En las Obras Completas que publicó la editorial Losada de Buenos Aires (a cargo de Elvio Romero, con prólogo de María de Gracia Ifach), se encuentran estas variantes, dos de las cuales parecen erratas, especialmente la segunda:

1 careciendo de ti, mi verdadero,
2 sobre el amor en puro,
3 inficionado todo de tu gesto, (me quedo con esta versión)
4 con los vientos de carne me peleo. (y también con ésta...)
5 yo para ti, si tú, para mi ruina. (...aquí dudo pues la coma le agrega un dramatismo y una tensión que, sin, no le hallo...)